Lo que las leyes no prohiben, puede prohibirlo la honestidad.
Séneca (4 a. C. – 65 d. C.) Filósofo romano
Este martes será histórico en México, marcará un parteaguas en su vida institucional. Se sentará un paradigma: seguimos en un estado de derecho o de plano entramos a una dictadura.
La Suprema Corte de Justicia definirá si la reforma constitucional al Poder Judicial es válida o no, en función de si se apega o no a la Carta Magna. Es, a no dudarlo, la más trascendente resolución de la Corte en toda su historia.
El pleno votará la propuesta del ministro José Luis González Alcántara Carrancá, que plantea que la elección por voto popular sólo aplique a ellos mismos, los ministros, así como a los magistrados del Trife y a los que integrarán el Comité de Disciplina, pero no a los jueces y magistrados restantes, que son la inmensa mayoría, para que sigan siendo designados con apego a la carrera judicial.
Si la propuesta de Alcántara no encuentra eco entre sus pares, será señal de rendición de la Corte; caso contrario, se abrirían dos posibilidades: que los poderes Legislativo y Judicial acaten la resolución, o que la manden al diablo. Solo la primera opción significaría un respiro para dar nuevo aliento a la vida institucional del país. El desacato, altamente probable dado el talante autoritario de Sheinbaum y la 4T en general, metería a la nación en una espiral de crisis constitucional sin antecedentes. De ese tamaño es la relevancia de la resolución que tomará hoy la Corte; de su enfoque y, sobre todo, de su desenlace, dependerá que Mexico se mantenga haciendo esfuerzos por consolidar su democracia, o que claudique y dé paso a una dictadura. De ahí que si Estados Unidos tiene su súper martes hoy, pero en materia electoral, nosotros lo tenemos dada la importancia de esa resolución: democracia o dictadura. Ni más, ni menos. X@jaimelopezmtz