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miércoles, noviembre 27, 2024

LA VICTORIA DEL PERICO

Marco A AguilarTLC DEL TIBURÓN Y LAS SARDINAS

El México de José Joaquín Fernández de Lizardi (1776-1827) tiene similitudes con el actual: las potestades de la injusticia, corrupción desmedida, educación simulada, desigualdad económica, profusa inseguridad, dependencia de un país hegemónico, y confusión que genera la rabia popular.

En noviembre de 1823 sale a la luz pública, desde la imprenta de don Mariano Ontiveros, el periódico “El hermano del perico que cantaba la victoria”, ideado y escrito por Fernández de Lizardi.

Ahí narra los “portentosos diálogos” que sostuvo con su perico, siendo éste quien le platicó que su hermano, “un perico de alma tonta”, sólo le enseñaron a decir: “¡victoria!”, de tan mala suerte que cuando se lo llevó un hambriento gavilán, no dejó de entonar el grito de “¡victoria!”.

Y observe Usted, estimado lector, que hasta en eso nos asemejamos los mexicanos de hoy a los de aquellos tiempos, pues tenemos que soportar que nuestras distinguidas autoridades, a cada error gubernativo, económico, diplomático, educativo, o político, manipulen la publicidad oficial, a su alcance, para lanzar el grito oficial y hueco de: ¡victoria!

Seguimos careciendo de autoridades serias y talentosas y, por ende, del ejercicio de una autocrítica honesta y eficaz, que nos permita sacarle provecho hasta a nuestros errores.

Para ello, debemos reconocer nuestras fallas y estudiarlas, a fondo y a conciencia, para superarlas y no repetirlas.

De las cosas importantes que han pasado en nuestro país, en la mayoría de ellas ha intervenido el gobierno de EU; y nuestra debilidad frente a los intereses de sus grandes capitales, más el entreguismo que han ejercido no pocas administraciones mexicanas, nos han conducido a la aceptación de esa voluntad extranjera.

Así llegamos, primero, al  Acuerdo General sobre Aranceles y Comercio (GATT) en el año 1986, organismo internacional creado por EU para liberalizar el comercio bajo la careta de la globalización beneficiosa para todos, pero en la realidad para llevarse la tajada del león.

Como país subdesarrollado y débil, México inició su abierta entrega al poderoso, con el grito oficial de ¡victoria!

Después, se nos impuso desde Wall Street y Washington el Tratado Trilateral de Libre Comercio, diseñado y normado por nuestro poderoso vecino del norte, como necesidad globalizadora y para enfrentar, económicamente por parte de los Estado Unidos de América, al boyante fenómeno económico de la Comunidad Europea.

Se nos asignó ese tratado con el sello de made in USA, y aún a sabiendas de que el tiburón gringo era el socio de la sardina mexicana, la exclamación oficial fue de ¡victoria!, ¡victoria!

Ahora en el estudio del TLC, para supuestamente actualizar sus cláusulas, el gigantón irrespetuoso y majadero hace y deshace a su exclusivo interés. Y volveremos a escuchar a nuestro gobierno clamando la consabida ¡victoria!

No hay duda, el Pensador Mexicano sigue vigente.

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