Un clásico de la literatura europea es la obra titulada: Cuentos de un minuto, del escritor húngaro Istvan Orkeny. En ella, el autor narra situaciones absurdas de la vida, pero que mueven a la reflexión. En uno de sus relatos, habla del episodio en el que el Dr. K. H. B., con una pala en la mano, es obligado a excavar una fosa bajo la mirada pétrea de un soldado alemán. Éste, con un disparo, termina con la vida del doctor que cae en la fosa cavada por él mismo. Ignoro si es la primera ocasión en que se relata que alguien cava su propia tumba, pero la expresión me recuerda a un partido político mexicano.
Para algunas acciones que realiza el Revolucionario Institucional, no encuentro otro calificativo que el de estupideces. Sólo refiero dos recientes:
1.- Hace unas semanas el priista Eruviel Ávila Villegas, seguramente presionado, empezó por desempolvar al zombi Cuauhtémoc Gutiérrez de la Torre; después, como siguieran las presiones, tuvo que darle respiración de boca a boca y, finalmente, más presionado aún, tuvo que echarlo a andar dándole una nalgadita e incorporándolo a la Comisión Política Permanente del PRI en la ciudad de México. Para culminar la magistral obra, declaró ante los medios de comunicación: “lo necesitamos”. Y allí tenemos al abominable rey de la basura, a quien la mágica maquinaria tricolor le borró la etiqueta de explotador sexual de edecanes que desde hace tres años le colgaba en el pecho, y que nunca pudo desmentir.
2.- La otra acción, verdaderamente lamentable, se dio en una asamblea reciente en San Lázaro, cuando, según algunos, las diputadas, y según otros, las y los diputados del PRI, empezaron a gritar esa tontería deportiva de: “leeeee” y luego la palabreja estúpida que todos escuchamos en los partidos de fút bol. Iba dirigida al legislador Mario Ariel Juárez, del partido MORENA; y sólo porque éste había solicitado que se exigiera al ex gobernador Eruviel Ávila que rindiera cuentas y clarificara el desvío de 3,600 millones de pesos que habría recibido para programas federales en el Estado de México; y también porque aseguró que el coordinador de los priistas en la cámara de diputados, César Camacho, habría dicho que existían suficientes recursos como para comprar las conciencias en los comicios electorales que se avecinan. ¡Qué atrevimiento el de Ariel Juárez: tocar a dos vacas sagradas del revolucionario institucional!
Claro que nadie dará lo que no tiene. Educación, pues, no podemos pedirles a los diputados, pero quizás deberían ser más cautos y evitar el estar, a la manera del Dr. K. H. B., cavando la tumba de su propio partido.