La revolución mexicana fue un proceso violento que contribuyó para alcanzar algunos cambios, particularmente en cuanto a la forma de gobierno por la demanda de Francisco I. Madero en cuanto a la democracia, ello para cerrar el paso a la reelección tan dilatada en el Porfiriato que se mantuvo tres décadas.
El 20 de noviembre de 1910 inició el cruento proceso revolucionario impregnado de mitos y leyendas, así como muchas medias verdades que hasta nuestros días se creen cual dogmas de fe.
Evidentemente, uno de los males de aquella época fue la desigualdad, la democracia inexistente, con miembros de la cúpula gubernamental derrotados por la edad fueron algunas causas que se convertirían en el combustible para la revolución, en la que brotaron los caudillos y se estableció un directorio de los mismos: Emiliano Zapata, Pancho Villa, Álvaro Obregón, Plutarco Elías y Venustiano Carranza, por citar algunos nombres, los últimos tres llegarían a ser presidentes.
Se registrarían hechos sangrientos como el cuartelazo que costó la vida del presidente de la revolución Francisco I Madero, la llamada decena trágica.
Francisco I. Madero no tuvo tiempo de planear y ejecutar propiamente un proyecto de gobierno, su administración fue efímera y carente de estabilidad, el mandatario ganó la presidencia, pero nunca el poder, llegó Victoriano Huerta para usurpar la primera magistratura de la nación y tras ello la rebelión de muchos encabezados por Venustiano Carranza.
El lema maderista sufragio efectivo no reelección ya lo había hecho suyo Porfirio Díaz décadas anteriores cuando buscó la presidencia contra su ex jefe Benito Juárez, no supondría que le repetirán a él mismo el exhorto por un burgués que había estudiado en el extranjero y practicaba el espiritismo, como lo fue Madero.
La historia previa a 1910 no presentaba antecedentes propiamente democráticos por diversas razones o sin razones: Antonio López de Santa Anna estaría 17 años en el poder, Benito Juárez 15 y Porfirio Díaz 31. La revolución impactó hondamente a México, al final la lucha fue entre caudillos, Francisco Villa, Álvaro Obregón, Emiliano Zapata, Venustiano Carranza; entre otros; al final quienes se asumieron ganadores son los norteños que proclamaron el Plan de Agua Prieta, raíz del Maximato de Plutarco Elías Calles .
La Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos promulgada el 5 de febrero de 1917, en el teatro de la República de Querétaro, recogía reclamos de la etapa revolucionaria, tal fue el evangelio laico escrito por hombres libres. En gobiernos posrevolucionarios, por ejemplo, el de Lázaro Cárdenas, cobró una gran importancia el reparto agrario que había sido bandera en 1910, principalmente por las demandas de Emiliano Zapata. Algunos señalan que la historia es un diálogo del pasado con el presente.
Podríamos afirmar que la revolución de 1910 demandó democracia y justicia social, un cambio de régimen, otro modelo de participación política que ahora sugiere un nuevo pacto que se puede alcanzar con la unidad nacional que actualmente parece una utopía por el alto grado de polarización imperante que no concluye porque es vigente hasta nuestros días, los de la 4T.