Con el puño no se puede intercambiar un apretón de manos:
Indira Gandhi (1917-1984) Primer Ministra de La India
A ver: ya no habrá más elecciones de verdad, porque colonizó al INE; ya no hay división de poderes porque al Judicial le arrebató la autonomía y la independencia; ya no hay un organismo que defienda los derechos humanos, porque se encargó de colocar al frente de la CNDH a una acólita; ya no habrá transparencia y rendición de cuentas desde el poder público, porque extinguió al organismo autónomo de velar por esa garantía; ya no habrá lupa ciudadana que desnude la corrupción gubernamental, porque ha dejado morir de inanición al Sistema Nacional Anticorrupción.
Volverán en cambio los monopolios, porque pulverizó a los entes independientes que se encargaban de evitarlos.
Es claro que la 4T está resuelta a no dejar piedra sobre piedra del régimen institucional del país, y de su misma democracia. Y habrá que reconocer que el malévolo plan de López Obrador en esa ruta, al cual Claudia Sheinbaum se ha sumado gustosa, va como cuchillo en mantequilla, cercenando puntual y perfectamente las patas, los brazos y la cabeza del estado de derecho.
Pero el plan no está completo. Le falta la cereza al pastel, y ya lo tiene en mente la 4T: los medios de comunicación y la libertad de prensa y aún la de expresión. En efecto, ese es el siguiente paso, porque en regímenes autoritarios como el de la 4T, controlar a la prensa es la joya de la corona.
Vendrán pronto iniciativas para sancionar a periodistas y medios que difundan “mentiras”, que hagan apología de la violencia, que falten al respeto a la figura presidencial, o que difundan información que el gobierno considere que atenta contra la seguridad nacional o pone en riesgo la soberanía.
El asunto es que bajo esas premisas, cabe cualquier tipo de información o análisis que realicen los medios. Un ejemplo: un reportero exhibe un acto de corrupción de cualquier naturaleza del poder público. Éste dirá que es falso, que pone incluso en riesgo la seguridad nacional y le mandará a la cárcel. Todo, porque nada puede estar por encima del país, nada, ni la libertad de expresión.
Así actúan las dictaduras. Y si no, basta voltear a ver Venezuela, Cuba o Nicaragua. Y para allá vamos. Si no, ¡al tiempo!
X@jaimelopezmtz