ARRASADOS POR LA CORRIENTE
Marejadas de locura brotan de los labios endurecidos del presidente Donald Trump, y todas nos agreden.
Lanzó muy orondo hace unos días la siguiente confesión, para que todo el mundo se disturbe: “Si llegan a asesinarme, he dado instrucciones a los altos mandos de mi gobierno para que de inmediato se arrase a todo Irán.”
Destruir totalmente a Irán significa matar a 90 millones de iraníes, y no sólo devastar sus históricos inmuebles; y, para ello, se usarían armas nucleares.
Trump da por cierto que, si lo matan, el responsable será el médico Masoud Pezeshkian, presidente de esa república islámica, y por adelantado impone un terrible castigo en su juicio final: aniquilar a todos los iraníes, o sea, que no quede ningún persa vivo.
¡Qué terrible chifladura la de Trump!
Será que la conciencia de Donald carga con culpas viejas.
En el año 2020 el presidente Trump ordenó el asesinato de Qassem Soleimani, líder de la Guardia Revolucionaria de Irán; pero, éste no ordenó que en venganza se matara a los 340 millones de estadunidenses.
Mejor será que las fuerzas armadas de EU protejan eficazmente al presidente Trump, para que no sufra ningún atentado, pues el desquite impuesto por Donald desencadenaría una guerra atómica de alcances impredecibles, pero gravoso para todos los seres vivos del planeta.
También es inaplazable que el ministerio de salud de los EU atienda a su presidente y a los encargados de la guerra, para que nunca sufran paranoia ni menos esquizofrenia.
Sin embargo, las turbias locuras de los jefes de estado, salvo excepciones, parecen ser un mal de estos tiempos.
Aquí mismo, en México, también somos arrasados por la corriente de los enredosos enloquecimientos de quienes están ejerciendo el poder.
Beatriz Pagés en su reciente editorial, con claridad veraz, analiza los extravíos de la presidente Sheinbaum en y con respecto a la ceremonia en el Teatro de la República en Querétaro, con motivo del CVIII aniversario de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.
“La Corte no está invitada, declaró la Presidenta con altivez y el rostro descompuesto. ¿Por qué?, le preguntaron. La respuesta: ‘Por razones obvias’… Sheinbaum no se dio cuenta de todo lo que traicionaba con su respuesta. Tiró al basurero una de las causas más importantes de la Independencia, la Reforma y la Revolución: la separación de poderes”, de los tres poderes en su equilibrio constitucional.
Y concluyó Beatriz: “Hicieron de un acto solemne un espectáculo de abuso de poder…Sheinbaum fue muy dura y clara para decir que la Corte no estaba invitada. Con esa misma contundencia debería de comprometerse a combatir a los cárteles, a destruir la estructura del narco poder… y a cancelar una reforma judicial hecha para consolidar un gobierno criminal… Es muy dura contra la Corte, pero muy sumisa ante el crimen organizado.”
¡Qué peligrosa locura la de Sheinbaum!
Repite, repite, y vuelve a repetir: “Con EU debe haber coordinación, pero nunca subordinación”.
Cuando el gravísimo conflicto que se ha descubierto es que el gobierno mexicano se coordina con los cárteles, y se subordina a ellos, empeorando esta indecorosa situación desde el 2018 hasta este año 2025.
Y frente a lo anterior, vuelve a repetir Sheinbaum: “Con EU debe haber coordinación, pero nunca subordinación”.
Ante esta situación, cuál es el diagnóstico: ¿Paranoia o esquizofrenia?, o simplemente, complicidad criminal.
Necesario y urgente es para México que los tres poderes instituyan un equilibrio de vigilancia y control entre ellos, respetando al Poder Judicial para que proteja y ampare a todo gobernado de los actos de autoridad que violen los derechos humanos garantidos por la Carta Magna, otorgando suspensiones provisionales y definitivas conforme a la tradición histórica de nuestro juicio de amparo.
De no ser así, vamos a requerir, muy pronto, camisas de fuerza para sujetar a los presidentes con graves trastornos de locura, en sus constantes borracheras de poder.