Se aprende más de los fracasos que de los éxitos; el fracaso te hace más fuerte:
Anónimo
Teuchitlán es poco o nada conocido fuera de Jalisco. O era, hasta el anterior fin de semana. Hoy es “referente” de lo que es México: un cementerio de dos millones de kilómetros cuadrados.
Es la evidencia nítida de cómo en un solo lugar convergen todos los jinetes del Apocalipsis: muerte, impunidad, miseria humana, crimen organizado, tragedia. Ah, y ausencia de gobierno, normalización de la criminalidad y desinterés ciudadano.
Sí, donde se escarbe, literal no figuradamente, donde se escarbe en este país surgen cadáveres. Y lo patético es que apenas seis meses antes el gobierno de Jalisco, con retroexcavadoras y equipo sofisticado, había “buscado” en el mismo sitio sin encontrar nada. Ahora, colectivos de familiares de desaparecidos tomaron la tarea en sus manos y lograron un descubrimiento tan doloroso como espeluznante: cientos, acaso miles de cadáveres cremados en hornos de la criminalidad.
Y doblemente doloroso, al escuchar testimonios de cómo fue el sitio donde llegaron a perder la vida cientos de jóvenes, algunos aún niños, atrapados con engaños de empleos. Al caer en las garras del crimen organizado, su fatal destino estaba escrito.
Teuchitlán es sangre viva, es el gemido de un país torturado por el crimen pero también por sus desgobiernos. Es revivir el exterminio nazi en suelo azteca. Por menos que eso en cualquier otra latitud un gobernador ya hubiera caído, aunque fuera por mera dignidad, término desparecido del diccionario de la clase política mexicana.
Aquí un mensaje de condolencia en X y listo, a lo que sigue. Y mañana vendrán más dantescos descubrimientos como el de Jalisco, no donde escarbe el gobierno, sino donde lo hagan las familias de desaparecidos.
Teuchitlán es México. El verdadero México negro.
X@jaimelopezmtz