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martes, marzo 18, 2025

En medio de denuncias de un México en crisis y un Michoacán con problemas de gobernabilidad, fieles reciben a nuevo pastor

En presencia de la jerarquía católica del país, Monseñor Armando Álvarez afirmó que la entidad llena de violencia está inmersa en un país necesitado de compasión

 

Cerca de 3 mil feligreses han recibido esta media tarde con júbilo a su nuevo arzobispo coadjutor, Monseñor José Armando Álvarez Cano, durante la misa solemne concelebrada en el Palacio del Arte junto al nuncio apostólico Joseph Spiteri y el Cardenal Alberto Suárez Inda, en que estuvieron también presentes los obispos auxiliares de esta demarcación eclesial, el presidente de la Conferencia del Episcopado Mexicano, Monseñor Ramón Castro Castro, el Arzobispo de Morelia, Monseñor Carlos Garfias Merlos, obispos de otras latitudes y el presbiterado así como los obispos de las otras cuatro diócesis de Michoacán, y comunidades indígenas que han rendido homenaje y traído regalos al nuevo pastor.

Junto a la venerada imagen de la Virgen de la Salud, patrona de esta Arquidiócesis y a los pies del Señor Jesús de la Eucaristía, los ahí reunidos presenciaron esta solemne celebración que duró cerca de tres horas, en que la feligresía recibió con calidez y júbilo a Monseñor Álvarez Cano, y los jerarcas pusieron el dedo en la llaga en esta presentación del recién llegado.

Fue Monseñor Spiteri quien pronunció la homilía, y presentó al nuevo pastor de la Arquidiócesis de Morelia asignado por el Papa Francisco, y en medio de un mundo convulsionado en este año jubilar 2025 que es de la esperanza, observó que «no podemos nunca cerrar los ojos para no ver a quienes sufren, para no escuchar su grito, para no darles una mano y a veces sabemos muy bien que tenemos que empezar mismo dentro de nuestra familia, de los muros de nuestra casa, de nuestros vecinos, otras veces somos nosotros mismos los afligidos que necesitan ayuda», y oró  «porque el Señor nos dé la fuerza de la verdadera caridad, de aquella caridad capaz de sostener el débil pero también capaz de denunciar las injusticias: la caridad que nos pide el señor no solamente a través de la palabra de los profetas sino cumpliendo obras de bien porque el mal se vence con el bien, siempre con la ayuda del Señor Jesús como buen pastor ofreciendo su vida por nosotros».

«Su ejemplo nos indica que cada pastor, cada Obispo está llamado a ponerse en primera fila para defender a su pueblo», hizo énfasis ante todos los presentes, y asumió que los jerarcas católicos ahí representados «todos mis hermanos obispos somos todos y queremos ser todos imágenes vivas del buen pastor en medio de nuestro pueblo, el buen pastor, cada pastor verdadero no huye de la responsabilidad: con la ayuda del Señor da la cara para anunciar el amor de Dios y también para anunciar la necesidad constante de la conversión», que es el cambio de vida: «cada buen pastor sabe que está llamado a guiar a todos sus hermanos y sus hermanas hacia Dios y la observancia de sus leyes», terminó sus palabras el representante papal.

En esta cálida recepción y fiesta eclesiástica, el padre rector del Seminario Diocesano de Morelia  hizo la amplia semblanza de la trayectoria obispal de Monseñor Álvarez Cano. Después, el nuevo arzobispo coadjutor asumió su tarea y en sus primeras palabras a los fieles del pueblo de Dios en esta Arquidiócesis advirtió: «nos encontramos con un mundo lleno de contradicciones que pasa por momentos difíciles, esta crisis de humanidad que los obispos de México hemos señalado en el proyecto global y causan un sufrimiento y muerte a tanta gente inocente como son las guerras interminables, la migración, el tráfico de personas, y la pobreza, que definió como verdaderos cánceres sociales que el mundo enfrenta y que representan grandes desafíos para construir una sociedad más justa y fraterna.

Afirmó que México está inmerso en este mundo global y comparte también esa realidad necesitada de misericordia y compasión, a lo que se añade «además nuestra propia problemática en nuestro estado de violencia, de salud pública, de educación, de gobernabilidad» ante la cual no podemos cerrar los ojos a una realidad que duele y nos llama una tarea más comprometida con el bien común de parte de todos los sectores de la sociedad, en que como Iglesia «estamos llamados a mirar con una actitud autocrítica los grandes vacíos que tenemos en nuestra misión como iglesia» que precisa una formación cristiana más profunda y comprometida con el pueblo de Dios,  especialmente de sus agentes, una proyección social más clara de nuestra fe, una participación más amplia de los laicos en la vida social y política, así como de la Iglesia en todos ámbitos «evitando un cléricalismo que impida su crecimiento cristiano», pronunció, una especial preocupación por la familia, los jóvenes y las vocaciones pilares fundamentales para el desarrollo de la vida cristiana y social.

Recordó que el Papa Francisco nos exhorta al jubileo de la esperanza que estamos celebrando este año y «nos ha invitado a descubrir todas las cosas buenas que existen, sabemos por experiencia que las cosas y las personas buenas son mucho más que las malas pero que lo bueno no hace mucho ruido, mientras que los males son gritos estridentes en el mundo», observó Monseñor Álvarez Cano pero repuso que la esperanza nos ha de llevar a descubrir todo lo bueno,  lo bello y lo verdadero que tenemos y que existe: «somos personas de fe personas de esperanza que debemos mirar la realidad con los ojos de Dios, no con un fatalismo», llamó  a todos tras dar gracias al Señor «por concederme iniciar esta encomienda pastoral como un misionero de la esperanza y que esta virtud sea la que anime nuestro camino a lo largo de estos años».

Consagró esta nueva encomienda Pastoral a nuestra madre María Inmaculada de la Salud, patrona de esta Arquidiócesis para que bajo su amparo «caminemos como una Iglesia sinodal en comunión y participación que la fortalezca».

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