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miércoles, diciembre 25, 2024

LA POLÍTICA Y LOS LEBRELES

DR JAIME LPEZ REn la televisión, todos hemos visto esas carreras en las que algunas especies de canes, creo que son los llamados lebreles o galgos, corren tras la figura de una liebre que se mueve delante de ellos, de manera que nunca lograrán alcanzarla, mientras no se detenga el movimiento de aquella liebre mecánica.

Participan perros cuya estructura física los convierte en estupendos corredores: tienen el cuerpo más bien delgado, muy musculoso, son más altos que largos y, además, son dolicocéfalos; es decir, su cabeza es alargada, lo que les permite tener un campo visual más amplio, digamos estereoscópico. Persiguen a la figura más bien por la vista, ya que son capaces de mantenerla fija en la presa aun corriendo a 50 o más kilómetros por hora. Otras especies de perros de caza, en cambio,  persiguen a las presas guiándose por el olfato, también altamente desarrollado.

He comentado lo anterior porque en la actual carrera política, en la que se persigue, no ya la figura de una liebre con cuatro extremidades inferiores, sino otra, de miles de patas y que se llama poder, hay, hasta ahora, tres respetados participantes. Y muy pronto habrá, seguramente otro, u otros más. Hablo de participantes serios.

Uno de los tres competidores es un hombre joven, de agradable figura, con una fresca presencia; dirían los rancheros: “tiene buena estampa”. Pero no sabemos qué velocidad alcance, o qué tan bien se haya preparado. Esto me recuerda, dicho sea de paso, a un equipo de baloncesto que formamos en la Facultad de Medicina: teníamos un hermoso uniforme y nos sentíamos soñados ante las miradas de las compañeras. El campeonato universitario de aquel año nos dio la clara oportunidad de demostrar nuestras grandes deficiencias, al grado que, desde la planta alta del segundo patio en el colegio de San Nicolás, se desprendía como una cascada que atronaba nuestros oídos, aquel grito que no olvidaremos: “Esos de Medicina son el puro uniforme”. Espero que a este competidor no le ocurra lo mismo.

El segundo participante es un ilustre desconocido en la liza de la política, pero tiene el apoyo de los organizadores. Nació, como suele decirse, en pañales de seda. Pero muchos hasta allí han llegado. Recordemos que aquí en Michoacán un señor de apellido Orihuela alardeaba de que era el hijo de Papá Gobierno. Pero de allí, de la  fanfarronada, no pasó.

El tercer competidor, para muchos, es el candidato a vencer. Sólo que, según los conocedores él no va corriendo por la pista como los otros, sino que él es la mismísima liebre que va corriendo y a la que nunca alcanzarían, en condiciones llamemos normales. Peo en política, ¿existen las condiciones normales?, o podrá hacerse realidad aquel dicho de que: “muchos corren tras de la liebre y otros sin correr la alcanzan”?

Mientras usted define su opinión que, como siempre será la más respetada, yo le deseo que disfrute las festividades navideñas, pero sin olvidar que el invitado principal es Jesucristo.

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