Donde hay poca justicia es un peligro tener la razón:
Francisco de Quevedo (1580-1645) escritor español
Hay varios amigos míos, todos destacados abogados, que buscan ser jueces o magistrados, tanto estatales como federales y que se han inscrito para contender en la elección del primer domingo de junio. Algunos de ellos han pasado los filtros y están en las listas definitivas que se incluirán en las boletas. Casi todos ellos me reclaman amigablemente mi radical postura crítica contra dicha elección.
“Sabes que tengo la experiencia y conoces mi rectitud. No entiendo por qué me insistes en que no me inscriba. ¿Qué prefieres, que llegue alguien sin esa experiencia y con cola de corrupción para que imparta justicia? Finalmente, alguien deberá ejercer esa función”, me dice uno de ellos. Y sí, de entrada, debo decir que así planteado tiene solidez su argumentación y estuvo a punto de desarmarme.
Contra argumenté: cierto, tu probidad moral y tu capacidad como abogado están fuera de toda discusión, pero hay dos factores por los cuales si yo fuera abogado y aun teniendo esas prendas, no participaría en la elección. Uno, porque el simple hecho de hacerlo convalida la demolición del sistema democrático de México, fundado en la división de poderes, que no habrá más. Participar es convalidar la decisión de un enfermo mental al que se le ocurrió demoler al Poder Judicial y crear el suyo propio, el de la 4T. Hablo obviamente de López Obrador. Participar es quitarle la venda a Temis para que la justicia deje de ser ciega. Ahora no lo será, tendrá la mirada bien puesta en ir a favor de la 4T. Y dos, porque si llegan a colarse jueces probos y eficaces, incluso ajenos a la 4T, a las primeras de cambio serán cesados y hasta encarcelados. La razón: habrá un comité de disciplina, una especie de Santa Inquisición de jueces, que evaluará a éstos y si llegan a “desviarse” y a no aplicar resoluciones “a favor del pueblo”, los sancionará con medidas desde la amonestación, la suspensión temporal, el cese y, en casos graves, la cárcel.
El problema es que discrecionalmente ese comité decidirá qué es “desvío” de la función judicial. Fácil: el que tenga la osadía, por ejemplo, de amparar a un particular contra una medida gubernamental, por inconstitucional que ésta sea, será sancionado. No olvidemos que en una dictadura, el rey, la reina en este caso, no se equivoca. Nadie ni nada puede ir contra sus designios, primero porque tiene un halo que le da una representación divina, y segundo porque todo lo que haga será siempre en beneficio del “pueblo”.
¿Qué juez querrá seguir siendo autónomo, imparcial y profesional? Ninguno. Las excepciones serán hechas a un lado a las primeras de cambio.
No sé si mi argumentación convenció o no a mis amigos. Supongo que no, porque siguieron en el proceso. Les deseo suerte. Saben que no tienen mi voto porque no acudiré a sufragar el primero de junio. Pero ojalá ganen y, sobre todo, ojalá que no sean cesados o encarcelados por hacer bien su labor.
X@jaimelopezmtz