Cuando no tomas una postura en contra de la corrupción, tácitamente la apoyas:
Kamal Haasan (1954-?) Cineasta hindú
Tras los escándalos recientes por las narco presentaciones musicales, ahora se ha desatado el boom desde el oficialismo para prohibir que cantantes gruperos, o de cualquier tipo, hagan apología de capos o de cárteles.
En Texcoco, este sábado, en la tradicional Feria del Caballo, a punto estuvo de registrarse una tragedia, luego de que el cantante de narco corridos Luis R. Conríquez, ser negara a complacer a los asistentes al palenque que le exigían justamente ese tipo de canciones. Él había sido apercibido por el ayuntamiento de que, de hacerlo, sería fuertemente sancionado. Su negativa derivó en la ira de los asistentes, que destruyeron prácticamente todo el mobiliario del inmueble. No llegó la sangre al río de manera providencial.
Lo he dicho y lo reitero: sí es necesario poner un alto a ese tipo de música. Empero, lo ocurrido en Texcoco evidencia que quizá sea demasiado tarde para dar ese tipo de pasos: la narco música, las narco series, los narco juegos, la narco cultura, han sentado sus reales en México y están ya enraizados en nuestra idiosincrasia, a grado tal que prohibirlos ya no alcanza para revertir el fenómeno. El grueso del mexicano pide, exige ese tipo de contenidos, los siente parte de su identidad. El mexicano promedio ya no se alarma por el empoderamiento del crimen organizado, por sus extorsiones, por los doscientos mil muertos en el sexenio anterior, por los ciento veinte mil desaparecidos, como tampoco se alarma por la corrupción ni por la falta de medicamentos y de atención médica. Ya todos esos flagelos se normalizaron con la 4T. Se volvieron parte de la cultura, la narco cultura mexicana.
Luego entonces, es normal que los asistentes al palenque de Texcoco se sientan agraviados por el cantante que se niega a interpretar sus narco éxitos, pero también por el gobierno por prohibirlos por decreto. ¿Qué hacer entonces?, ¿resignarnos y dejar que la inercia siga sin control? Desde luego que no, pero debe quedar claro que prohibir desde el gobierno por decreto los narco espectáculos ya no alcanza.
En esa lógica, solo una cosa queda: que el poder público, en todas sus dimensiones, tenga la voluntad de desprenderse de su histórica vinculación con el crimen organizado, de confrontarlo ahora sí y de volver a tomar el control del país. ¿Cómo puede un gobierno vinculado al crimen, suponer que solo porque prohíba las narco canciones, el reinado de los cárteles va a llegar al fin? Para lograrlo, insisto, sí o sí debe despojarse de su conexión con los cárteles. El problema es que en los tiempos estelares de la 4T eso parece misión imposible, sería tanto como traicionar al alado y eso se paga severamente. Así, ya podemos emitir la cantidad de decretos que queramos, prohibiendo los narco espectáculos, que el fenómeno no se contendrá, por los vínculos sellados con sangre del poder público con el crimen. Las cosas, como son.
X@jaimelopezmtz