FILOS DE LA CRUZ
Nuestros antepasados, los homínidos, hace millones de años expresaron sus sentimientos con risas, gestos, ruidos, lágrimas, señas y gritos.
Con el tiempo y su desarrollo, los seres humanos se manifestaron, también, con sonidos articulados en unidades separadas, y con dibujos de figuras que comunicaban ideas de importancia para su vida.
Empero, en nuestro tiempo, la humanidad, a través de sus palabras orales y/o escritas, ha creado todo un mundo simbólico de alcances cósmicos.
En las cosas del homo sapiens destaca la ‘cruz’ como un algo mitológico, devenido en metafísico.
La primera ‘cruz’ grabada en piedra que se registra en la historia del hombre, data de 5 mil años; se encontró en el África, en Jartum, Sudán, en el lugar donde se juntan el Nilo Azul y el Nilo Blanco.
A esa cruz le llamaron ‘Anj’, que significa, vida inmortal.
Con antigüedad de 4500 años ubicaron otra ‘cruz’ en Babilonia, también grabada en piedra, y que representa a su dios Shamash.
Para los hindúes, desde hace más de 3000 años, la ‘cruz’ encarna el sol en movimiento. Esa cruz gamada de los habitantes de la India la usó el nazismo alemán en el siglo XX, con su terrible holocausto.
Los israelitas que vivieron como esclavos en Egipto durante 430 años, según el Antiguo Testamente en su libro Éxodo, llevaban la insignia de la ‘cruz’, como instrumento sagrado de sus sacrificios.
Y llegando a las tierras prometidas, al este del Mar Mediterráneo, pletórico de árboles, suelo donde manaba leche y miel, usaron tantas cruces de madera para crucificarse los unos a los otros, que el viejo paisaje frondoso quedó árido, sin miel, y sin leche.
Muchas de esas cruces se utilizaron para cegar la vida de cientos de cristos, que predicaban con su presencia la llegada del hijo de dios, asumiendo el protagonismo de esa profecía comúnmente anunciada en el Libro de los Profetas, obra incluida en el Antiguo Testamento, o sea, en la Biblia, libro sagrado de la religión judía.
El cristianismo lo funda el imperio romano en el Concilio de Nicea, en lo que hoy es Turquía, encabezándolo el Emperador Constantino I, el Grande, y el Papa Silvestre I (quien no pudo asistir personalmente por estar enfermo) en el año 325 de nuestra Era. Durante todo un mes proyectaron negar y destruir a todos sus dioses romanos, desde Júpiter hasta Baco; y no quedó ninguno, todos sus dioses se fueron al panteón.
Es difícil matar a tantos dioses, pero lo lograron esos romanos.
Aceptaron como sus libros sagrados los que integran la Biblia de los judíos, el Antiguo Testamento; y le agregaron un Nuevo Testamento, consistente en cuatro evangelios muy parecidos, que son cuatro biografías de la vida de Jesús Cristo, inventando también el nombre de los autores: Mateo, Lucas, Marcos y Juan, seudónimos de hombres inexistentes.
En el año 380 de nuestra Era el Emperador Teodosio I, el Grande, firmó el Edicto de Tesalónica (ciudad de Macedonia), declarando que la religión cristiana era la única religión de los romanos.
Desde ese entonces, al año 2025, se han realizado 21 concilios ecuménicos; el más reciente, el Vaticano II (1962-1965); todos han tenido su cruz, y han reiterado la divinidad del crucificado.
Estos datos históricos están llenos de una magia divina, rebozada de encanto, y con su cruz, y con sus crucificados; éstos, como siempre, los más débiles, los más pobres, los más enfermos, los menos educados, los que siguen clamando ante las poderosas y los poderosos del gobierno en sus diversos idiomas: ¡Por qué!, ¡por qué!, por qué me has abandonado.
En arameo: “Eli, Eli, lamma sabactani”.
Y los poderosos del gobierno, usan a los pobres como simples cosas, diciendo de ellos: “son mucha pieza”, dándoles dinero, chocolates, o frijoles con gorgojos; mientras esos altos funcionarios, como una caterva de malvados, se tapan los oídos y los ojos, con el oro que se han robado.
Ésta, es una semana de humanos, y los filos de la cruz siguen afligiendo a los pobres de la Tierra.