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martes, diciembre 24, 2024

MUCHO LO VAMOS A NECESITAR

DR JAIME LPEZ REl hombre siempre ha sentido la necesidad de creer que hay un ente superior, una divinidad, un ser todopoderoso. Para el caso de nuestro país, es el cristianismo la religión predominante; y en ella se concibe un ente superior que sería el Dios Creador del Universo, y su enviado, el Señor Jesucristo. Pero los cristianos romanos aceptan también la existencia de entes menores, los que, habiendo tenido naturaleza humana, han alcanzado el grado de santidad. Y a ellos acuden en todo momento, pero, principalmente, al principiar un nuevo año. Y les comparten sus deseos: desde hacer planes, organizar su vida, cambiar, querer ser mejor, dañar menos, bajarle el volumen al hablar del prójimo, dejar el vicio o la glotonería, hacer ejercicio, disminuir de peso, trabajar mejor, recibir un aumento salarial, hasta ganarse el premio mayor de la lotería (“pegarle al gordo” —sin alusión para nadie—dicen los que saben).

     Con el paso del tiempo, los grupos humanos, de acuerdo con sus ocupaciones, han venido adquiriendo a uno o más santos patronos: un atleta, por ejemplo, puede estar confiado en que tiene el apoyo de  su santo (en este caso, San Sebastián); si se trata de un cartero, y en general, de un trabajador de correos, acudirá ante San Gabriel Arcángel; ahora que si hablamos de personas con problemas de sordera, podrán recurrir ante San Francisco de Sales; en el caso de un espeleólogo, sabe que está bajo la protección de San Benito, y cuando nos referimos a enfermos de la garganta, allí está su San Blas.

     No investigué si hay un santo patrono de los recluidos en los penales. Ojalá algún lector nos pueda ayudar. Lo que sí indagué, y lo recordaré ahora, aunque sea un hecho muy conocido, es que hay un santo (Malverde), del que se apoderaron, y sin que alguien se haya opuesto, al menos que yo sepa, las personas que se dedican a traficar con enervantes. Y también que, en algún lugar de la zona caliente de nuestro estado, un señor que se gane la vida eliminando a seres humanos por orden de algún poderoso y mediando el respectivo acto de “untarle la mano”, muy bien puede, antes de ir a realizar su trabajo, arrodillarse y pedir fervorosamente a su santo, que le conceda una buena puntería para no fallar en el momento decisivo.

     Pues bien. Yo también voy a pedir algo a un Ser Superior (como cada quien lo conciba). Y en mi petición me permitiré incluirlos a todos. Es una solicitud muy especial: se trata de pedirle que nos dote, a todos, de cordura, de razonamiento, de una “buena sesera”, como dirían los rancheros, para saber tomar las mejores decisiones a lo largo del año; y buenas decisiones en todo, pero, fundamentalmente, en este 2018, en el terreno político.

     A como se ven las cosas, de veras, amigas, amigos, mucho lo vamos a necesitar.

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