UNA RED DE ARTIMAÑAS
El sistema mexicano enseñó mañas políticas a Andrés Manuel López Obrador, quien sumando experiencia priista, perredista, y morenista, ahora como simple candidato a la presidencia sigue imponiendo la agenda nacional.
Eso ha quebrado la tradición añosa del país, ya que quien generalmente instituía la temática, para uso del palique mexicano, era el Presidente de la República.
Peña Nieto ha quedado rebasado en esa facultad implícita que antes tenía su cargo.
Obsérvese.
La decisión final (después de presumidos y sesudos estudios técnicos y sopesamiento de ganancias ilícitas para los altos funcionarios, desafectos a la honestidad, de SCT) fue del Presidente Peña.
Y bastó la reiteración de AMLO: “alistaremos amparos para evitar que el gobierno federal continúe entregando contratos en la construcción del nuevo aeropuerto internacional de México… prefiero la incertidumbre en el sector empresarial, a ser cómplice de corrupción”, para que el desgastado mundo de la política y la economía mexicana entrara en crisis.
Ante eso, medios masivos de comunicación publicitan, con pros y contras, lo referido al asunto.
Los amparos anunciados, seguramente indirectos, tardarían muchos meses, y la revisión un poco más, si los órganos jurisdiccionales de garantías los procesan a su lento ritmo cotidiano, so pretexto de exceso de trabajo.
Y difícilmente prosperarían, improcedencia y sobreseimiento les esperan de inicio.
Ese pleito no es jurídico, es político, y forma parte de esas artimañas en las que ya AMLO es todo un experto, listo para ser futuro asesor local o internacional en esa materia, si la fuerza de la voluntad popular no le alcanza para el cargo que ha pretendido con tanto ahínco.
Pero lo grave de las pesadillas que está padeciendo José Antonio Meade, no son los amparos, sino que presiente, en su técnica conciencia, que AMLO ganará, y para su toma de posesión estará ese aeropuerto internacional al 75% de su construcción, sino es que totalmente concluido.
Pues según datos oficiales, 750 inversionistas nacionales y extranjeros adquirieron bonos por 6,000 millones de dólares, más 1,500 millones de dólares en Fibra E, emitidos entre 2016 y 2017 por el Grupo Aeroportuario de la Ciudad de México, con la promesa de que se realizaría el proyecto, teniendo como garantía la Tarifa de Uso de Aeropuerto.
Los mexicanos no permitiríamos que el crédito del país, la inversión ejercida, y una obra concluida, fuera barbechada para la siembra de ejotes o para corralón de chatarra automotriz.
Pero si exigimos que se instaure proceso penal, para quien haya robado en esa obra.
Seguramente AMLO, quien ha planteado una mesa técnica con empresarios, el gobierno federal, e integrantes de equipo morenista, desea asegurar su triunfo, bajo esas celadas astutas.
Todos los involucrados en ese asunto son hijos del sistema. Así que logrado el fin de AMLO, a volar los principios en el nuevo aeropuerto.