El día 7 del presente mes, el abogado Ricardo Peralta Saucedo, un jurisconsulto altamente calificado y quien, por otra parte, ha sido propuesto por Andrés Manuel López Obrador para integrar la Fiscalía Anticorrupción, se presentó a las oficinas de la PGR, a interponer una demanda penal en contra del comunicador Ricardo Alemán: Según el demandante, Ricardo Alemán estaba incitando a la violencia ya que, vía las redes sociales había difundido una imagen con el siguiente mensaje: “A John Lennon lo mató un fan, a Versace la mató un fan, a Selena la mató una fan, a ver a qué hora, chairos. ¡Les hablan!”
El término “chairo” es a la vez un adjetivo y un sustantivo que se escucha en la paupérrima jerga de los jóvenes. En ambos casos, se usa en forma peyorativa para señalar a aquellos que participan en marchas, reuniones, mítines, en los que, supuestamente, van en contra de las ideologías de los grupos derechistas, pero sin estar realmente comprometidos con lo que dicen defender. Si las expresiones del periodista llevaban realmente una incitación a cometer un asesinato, resultan, sin duda, malsanas, salvajes, inoperantes y altamente reprobables.
El comunicador Alemán conduce programas radiofónicos muy escuchados como “Última llamada”, “Otra Opinión” y “Ciudadano 2006”. Es también el autor de una reconocida columna titulada “Itinerario político” que se edita en por lo menos treinta diarios de diferentes partes del país. Por supuesto que de inmediato, dos empresas televisoras (Canal Once y Televisa) cortaron toda relación laboral con él, aunque el grupo Milenio lo mantuvo en su trabajo. El periodista de inmediato se defendió argumentando que no era una apología a la violencia y que habían torcido el significado de lo dicho por él.
Llama la atención el que, a raíz de su mensaje, en las redes sociales se haya levantado toda una tempestad en la que participaron intelectuales, comunicadores profesionistas, estudiantes, amas de casa, la sociedad pues, para decirlo de un plumazo.
Pero aquí, en Morelia, hace unas semanas, el señor Mario Tzintzún (espero que mi amigo Arturo Tzintzún no tenga ninguna relación genética con él), un hombre que en algún tiempo dirigió los destinos del PRI en esta ciudad, aseguró, palabras más, palabras menos: “Con tal de ganar las elecciones (al parecer se refería a las de la Presidencia de Morelia), mi partido está decidido desde pegar un botón hasta matar a un…
¡Y qué ocurrió? Pues que la ley aplicó, como muchas veces ocurre, en forma inversamente proporcional. Si Alemán deslizó entre líneas una llamada a la violencia, Tzintzún lo dijo abiertamente; si al primero lo lincharon políticamente, al segundo le aplaudieron; si el profesional de la comunicación fue despedido de algunos centros laborales, al desorientado ex dirigente político, su partido lo sigue arropando con ese amor con que se abraza a un niño bueno.
La moraleja sería: Si quieres estar protegido, afíliate a un partido político, por corrupto que éste sea. Así es la vida.