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miércoles, noviembre 27, 2024

SÍSIFO, Y SU HUMILLANTE ROCA

Marco A AguilarTrampa para engañar votantes

Gracias al gobierno (legislador de normas jurídicas que calendarizan tantas elecciones en el país) llegamos al final del mediocre y costoso proceso electoral 2018. Así, les decimos ¡adiós! a las urnas.

Pero le damos la bienvenida al amenazador proceso post electoral, agradecidos con ese mismo gobierno que parece ser malo, aunque algunos aseguran que es peor.

AMLO, Meade, Anaya y el Bronco, se portaron en campaña como el Hamlet de William Shakespeare (1564-1616) cuando aseguró: “El mundo está fuera de juicio; suerte maldita. ¡Que haya tenido que nacer yo para enderezarlo!”

Es decir, todos se sobrevaloraron, “el ya sabes quien”, “el más chingón”, “el mejor”, y “el único”. Y como siempre, de lo que uno presume, es de lo que más carece.

Y cada uno de los cuatro, para subrayar el elogio de sí mismo, se convirtió en fabrica inagotable de promesas, y más promesas, olvidando que “la promesa de la política”, según la aguda inteligencia de Hannah Arendt (1906-1975), es no prometer algo que tenga un fin, sino sólo “el empeño nunca acabado por parte de la pluralidad de seres humanos por vivir juntos y compartir la tierra bajo una libertad mutuamente garantizada”.

Cuando eso no se entiende, las promesas del candidato se convierten siempre en los incumplimientos del funcionario electo; y, así, la tradicional e ignorante acción política nos degrada a todos.

El elegido, aunque sea el presidente de México, se trueca en vil mentiroso, mientras los electores nos trasmutamos en sus cómplices. Y en esta deshonra nos retroalimentamos en cada elección y proseguimos en esa actitud durante el ejercicio del mandato.

De esa forma, todos caemos en nuestra propia trampa, manejada por el candidato, después funcionario, o aceptada por el ciudadano y la población en proceso electivo o en la vida cotidiana.

Condenándonos eternamente a que la roca de Sísifo nos mantenga en la humillación continua.

Recordemos a Sísifo, personaje de la mitología griega, fundador y rey de Éfira, a quien por impiedad, Zeus le impuso el perpetuo castigo de empujar, desde abajo hasta arriba de una montaña, una enorme piedra. Y con gran esfuerzo, ya muy cerca de la cima, la piedra caía hasta abajo, para que Sísifo reiniciara la tarea.

Ese frustrante proceso le ha sido impuesto al mexicano, quien con enorme esfuerzo electoral, y alentado por promesas, cada seis años lleva hasta la cima a su nuevo presidente, quien en lugar de permanecer en esa responsable cúspide de poder cumpliendo cabalmente lo prometido, en pleno servicio a la población, retorna hacia abajo, al desencantar con sus mentiras y su mala labor, a quienes lo eligieron.

Y todo por esa trampa que constituye el eje de nuestro sistema electoral, tan costoso, inútil, y carente de ética.

Cinco largos meses nos esperan, turbulentos de una u otra forma, antes que nuestro presidente llegue a la cresta, para reiniciar el eterno cuesta abajo.             

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