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miércoles, noviembre 27, 2024

BARTLETT, RAMÓN DE LA FUENTE Y LOS PINOS

Marco A AguilarNO HAY MAL QUE POR BIEN NO VENGA

                                                           

El triunfo electoral de AMLO y algunas de sus decisiones pertinentes, tomadas por él sin llegar aún al cargo de presidente, me recuerdan esa simpática comedia de nuestro Juan Ruiz de Alarcón y Mendoza (1580-1639), “No hay mal que por bien no venga”.

Ese autor de la Nueva España (tan vapuleado por sus pares en Madrid) hace decir con agudeza a dos de sus personajes: “No hay suceso que no tenga/prevención en Dios, Beltrán./Por eso dice el refrán:/ No hay mal que por bien no venga.”

Y es que todavía hay millones de mexicanos que consideran el éxito de AMLO como un mal, pero sin esa victoria supuestamente proterva no se designaría como embajador de México en la ONU a una personalidad, bien calificada, como José Ramón de la Fuente, quien seguramente, o al menos así lo deseamos muchos, tendrá un excelente desempeño.

También la decisión para que Manuel Bartlett ocupe la Dirección General de CFE es atinada, pues nadie duda de su inteligencia y eficacia.

Otra asertiva disposición es que despache desde el Palacio Nacional el presidente, dejando para mejores usos a Los Pinos.

Predio que, con sus diversos y caprichosos reacondicionamientos sexenales, ha dejado de ser útil como residencia presidencial, en estos tiempos controvertidos.

El Castillo de Chapultepec y Los Pinos están para ser, eficazmente vinculados, epicentros de cultura y atractivos turísticos que muestren, desde su origen hasta hoy, los designios que el poder les ha impuesto.

Por cierto que recién se ha editado el libro de Morelos Canseco González bajo el título De Política Mexicana; y en él nos comparte su plática con José López Portillo sobre el día que el Presidente Luis Echeverría le insinuó que él sería su sucesor.

Dentro de Los Pinos lo condujo “a un túnel secreto… construido desde la época de Lázaro Cárdenas… de más de un kilómetro… que llega a un lugar donde hay variados transportes y personal… para que el presidente, su familia y algunos colaboradores, puedan abandonar la ciudad o el país… agregándole, te ruego discreción, pero es necesario que tú conozcas esto”.

Así que lo primero fue brindarle secretos para la huida, en lugar de darle información y consejos para el buen ejercicio del poder, y la forma práctica en que, de acuerdo a las circunstancias, se va armando algo invisible siempre: los personales andamiajes de la acción política de alto nivel.

En esa materia, por desgracia, parece vulnerable e ingenuo Andrés Manuel; obsérvese su misiva al presidente Trump, ahí exhibe bisoñamente su provinciano cultivo al poderoso al hacer presunción, innecesaria y equívoca, de las engañosas semejanzas entre ambos.

Pero en fin, de lo real o supuestamente malo (dialécticamente) puede producirse lo supuesta o realmente bueno.

Por eso he recordado esa frase literaria del siglo de oro, usada con certero encanto por el corcovado de Taxco: “No hay mal que por bien no venga”.

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