Por diversas razones, o sinrazones, la violencia ha cobrado un auge cada vez más aterrador aunque traten de matizarse los números o se finquen responsabilidades al pasado el problema es que nos alcanza en tiempo presente para dejar un rastro de sangre que deja ver la gangrena en el tejido social.
El municipio de Minatitlán en Veracruz fue sacudido por un acto infame que cobró la vida de 13 personas, inicialmente, que estaban presentes en una fiesta, una más moriría posteriormente tras haber sido herida. Estos registros parecieran las matanzas que en los años veinte se perpetraron por los capos en el vecino país del norte. El asunto es que ahora sucede de manera cotidiana en el México del siglo XXI; en Tabasco dos mujeres fueron masacradas y dos menores de edad heridos. En Nahuatzen asesinaron a quien fuera su presidente municipal, David Otlica.
La narrativa es ominosa, son datos duros, los números fríos muestran los registros de la realidad sin matices. No es tiempo de culpar permanentemente al pasado sino de dar respuestas para abatir la mortandad y la compañera de ésta: la impunidad.
Si, hubo incontables yerros en las administraciones del pasado reciente, eso ya se sabía, tan se tenía presente el modelo fallido de otros sexenios que una gran mayoría optó por el cambio a través de Andrés Manuel López Obrador. Lo que ahora se demandan son resultados.
La oposición se da vuelo cuestionando al gobierno de López Obrador, está en su papel, siempre ha sido la constante, lo hizo Morena al estar del otro lado. No entraña novedad alguna el enfoque de sus adversarios, aunque también revelan su corta memoria.
Más allá de los colores partidistas o de la mezquindad que se distribuye en la clase política se demandan respuestas y no homilías, se precisan políticas públicas y no la pirotecnia discursiva que resulta cansina.
Recién en una de las conferencias de prensa mañaneras el periodista Jorge Ramos y el presidente Andrés Manuel López Obrador no estuvieron de acuerdo con las cifras de muertos que en este inicio de sexenio han sido elevadas. El mandatario culpa al pasado, es decir los presidentes llamados neoliberales que vienen desde la época de Miguel de la Madrid, Carlos Salinas de Gortari, Ernesto Zedillo Ponce de León, Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto, si, las prácticas tendientes al adelgazamiento del estado como lo prescribiera el Pacto de Washington.
Sólo que no puede estar censurando lo que ya es historia y figura en los archivos, lo fundamental es entregar resultados que efectivamente influyan para la pacificación del país.
El caso de Minatitlán es el botón de muestra de los alcances del crimen organizado que abrió fuego en una fiesta, un crimen sañudo que ha provocado diversas reacciones, también exhibe la falta de coordinación del gobierno de Cuitláhuac García con el fiscal Jorge Winckler, como si faltara más.
El último trimestre ha sido de una violencia abrumadora, ocho mil 493 homicidios, todo ello debe ser abordado con seriedad porque es un asunto prioritario, importa el presente y si en el pasado hubo deficiencias u omisiones que se proceda conforme a derecho, pero es tiempo de brindar respuestas y no interrogantes. Soluciones se demandan, es un clamor.
