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miércoles, noviembre 27, 2024

EXIGIMOS A AMLO

Marco A Aguilar

NO MÁS ASESINATOS NI VOTOS COMPRADOS

Cientos de ciudades mexicanas tienen en llamas a sus cercanos derredores, por equívocas razones agrícolas, o por táctica de voraces fraccionadores.

Por doquier huele a humo de esas quemas vecinas. Los horizontes se acortan, neblinosos, y el cielo se observa gris y triste.

A la creciente violencia entre humanos, se agrega el crimen contra el medio ambiente. Son tétricas esas agresiones contra fuentes de la vida. Contaminamos agua, tierra y aire, a grado de parecer suicidas.

El presidente López Obrador apesadumbrado (en una de sus peroratas impositoras diarias de la agenda nacional) dijo: “El asesino, un joven, por una cantidad de poco monto, 5 mil pesos, fíjense a lo que llegamos…” Hablaba del tiroteo y asesinato en Cuernavaca hace días.

Descubrió el precio que para los criminales cuesta una vida humana, primero, para después, como es su aviesa costumbre, asegurar que la culpa la tienen sus antecesores, aunque esos crímenes se cometan en su administración.

En realidad, en las regiones pobres del país, por menos de 500 pesos se mata a una persona; además, si de precios se tratara, la cuarta transformación abanderada por AMLO, en el fondo, da del erario 2,500 pesos cada 2 meses, para la compra de votos futuros, disfrazada de generoso obsequio social.

Cierto, la vida y el voto valen mucho más; pero si se paga para matar a un humano, o se paga para que sigan votando por AMLO, lo del precio es baladí, lo grave es que ésas, como otras compras ilícitas, vienen del gobierno y generan en México una atroz descomposición social.

Que los anteriores presidentes hayan operado y permitido la corrupción, a su estilo y conforme a sus circunstancias, debería llevarlos a ellos, y a sus colaboradores culpables, a juicios apegados a derecho; pero lo protervo en el caso de AMLO es que sólo los exhibe públicamente a cada rato, pero sin hacer nada eficaz para sancionarlos. Esto lo hace cómplice.

Y a eso se añaden las propias conductas que ejerce AMLO fuera de ley, envueltas a veces en frases aceptables, pero con claras intenciones electorales: “No me voy a rodear de lambiscones y barberos”. Pensemos, ¿y qué va a hacer con la mayoría de sus colaboradores?

“Ya se quitó el CISEN… porque yo me informo por medio del pueblo, por eso hablo con todos, y ahí me van diciendo, y voy recogiendo sus sentimientos”.

Que el CISEN se haya cerrado por no servir para nada, ¡a mí me parece muy bien!; pero que AMLO piense que el pueblo le trabaja ahora como CISEN, es injuriar al pueblo, aparte de auto engañarse.

AMLO no habla con el pueblo, él no escucha al pueblo. Acaso habla con, y escucha a, personas físicas que él considera que personifican a esa ficción llamada pueblo, y a quien él, erróneo, convierte en lambisconas y barberas.

Millones de mexicanos, no escuchados aún, le exigimos que no fomente ni permita más asesinatos, y que no compre votos con el erario, a ningún precio.

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