La renuncia de Carlos Urzúa a la secretaría de Hacienda dejo de manifiesto la crisis en el gabinete presidencial y la manera discrecional de gobernar del presidente López Obrador, mas aun cuando declaro en la clásica conferencia mañanera que una de sus diferencias principales con el ex secretario fue la formulación del Plan Nacional de Desarrollo, el cual fue nuevamente hecho por el propio presidente porque el de Urzúa era una “copia” palabras menos o más de la política del ex gobernador del Banco de México Agustín Carstens representante fiel del neoliberalismo.
En su ya conocida carta de renuncia de Urzúa apunta que una de las principales diferencias con Amlo es la falta de evidencia y extremismo de izquierda o derecha en el manejo de la política económica.
De esta manera López Obrador acusa a Urzúa de neoliberal y de seguir con la continuación de la misma política económica de carácter neoliberal, cuando el propio presidente hoy cuenta con una Ley de Austeridad que es de acuerdo analistas nacionales e internacionales una de las principales causas del estancamiento económico por la que a traviesa la economía mexicana.
Todo indica por los análisis de las opiniones de los expertos de que López Obrador ignora los principios más elementales de las leyes económicas, así como la torpeza en el manejo tanto de la política económica y las políticas de gasto público, tributaria, cambiaria y monetaria entre otras que constituyen los principales instrumentos para impulsar o estimular la actividad económica y el empleo.
Las declaraciones sobre la marcha de la actividad económica y financiera del país por parte del presidente caen en el ámbito de la esquizofrenia, porque por un lado los resultados de los indicadores económicos y financieros son negativos en su mayoría y como ya se dijo la actividad económica está estancada, inclusive entre los economistas más serios del país se discute si el país entró en una recesión “técnica” y por el otro lado el discurso presidencial afirma categóricamente que la marcha económica del país va “muy bien”.
La carta de Urzúa, es una prueba de que la política económica del gobierno de la Cuarta Transformación está hecha e implementada literalmente con los pies y carece de toda lógica o racionalidad económica, lo que significa la falta de un diagnostico de la coyuntura y las tendencias económicas y financieras. No hay respeto mínimo a los Criterios de Política Económica para el año 2019, aprobados por el Congreso de la Unión.
El presidente López Obrador como dice la abuela: se espanta del muerto-neoliberalismo-y se abraza de la mortaja; porque ha llevado a su límite el recorte al gasto público- la austeridad- que es una característica fundamental de la política económica neoliberal y más aun con la manera de concentrar el manejo del gasto público con criterios discrecionales.
A Raquel Buenrostro Sánchez, oficial mayor de hacienda, el presidente la ha convertido en la verdugo de la política de gasto público donde su función fundamental es reasignar las partidas presupuestales con la finalidad de generar ahorros y supuestamente hacer más eficiente la forma de gastar el dinero público.
Con los famosos ahorros que son canalizados tanto a los programas sociales y prioritarios del gobierno de la 4T, de manera discrecional, va por el país tirando el dinero de todos los mexicanos con las obsesiones de combatir la corrupción, atender primero a los pobres y en sus proyectos estratégicos como el aeropuerto de Santa Lucia, el tren Maya y el Istmo de Tehuantepec y la refinería de Dos Bocas de Tabasco, donde los cárdenas tienen fuertes intereses entre otras cosas.
De esta manera, López Obrador ha manifestado abiertamente que no le importa la marcha de la economía mexicana, una cosa muy grave que los mercados financieros están leyendo de manera negativa en un contexto de estancamiento económico y la pérdida del empleo, por lo menos síntomas de la recesión económica; mientras el señor presidente hace política económica con los pies y no con el criterio de la racionalidad económica y financiera sin descuidar el combate a la desigualdad social.