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martes, octubre 22, 2024

AUTOPISTA DE LA MUERTE

jaimelopez                                                                  La política es el arte de impedir que la gente se entrometa en lo que le atañe. 

Paul Valéry (1871-1945). Escritor francés 

Desde su proyección, fue la autopista de la muerte. ¿Cómo puede justificarse una carretera no de uno ni dos, sino de carril y medio en cada sentido, y peor, a sabiendas de que por ella circularían cientos de pipas y tráileres por día, cargados casi todos con material peligroso, por provenir del puerto de Lázaro Cárdenas?                                       

Cierto, la autopista de Pátzcuaro al puerto redujo en más de la mitad el tiempo requerido para conectar a la capital del estado con la costa, pero también aumentó en miles por ciento el número de accidentes y, por ende, de víctimas fatales. ¿Valió la pena?                                             

A la luz de los miles de muertos que en dos décadas ha producido la vía, claramente no, si partimos que no hay nada más importante que la vida humana. Influye, sin duda, la brutal forma de conducir de la mayor parte de los automovilistas tanto de esas unidades pesadas como de particulares. Pero a ello hay que sumar el criminal y absurdo proyecto de una carretera de ¡carril y medio!, que provoca que lleguen a encontrarse de frente cuatro vehículos a velocidades superiores a 140 kilómetros por hora.                                                   

 En su momento, el Gobierno federal argumentó que hacer de esa forma la referida autopista, era por razones económicas; de cuatro carriles y un camellón en medio hubiera sido imposible de cubrir por su alto costo. ¿Y entonces porque otras muchas autopistas, más grandes aún en su longitud, sí se hicieron de cuatro o hasta seis carriles, separados éstos por amplios camellones, como la México-Guadalajara, la Salamanca-León y el Arco Norte, solo por citar algunas?                                    

Sencillo, porque éstas se hicieron pensando en la seguridad de los automovilistas; la Siglo XXl no. ¿Cuál era el problema de haberla diseñado así también, amplia, segura?, ¿hubiera costado más?

Sin duda, pero simplemente se amplía el tiempo de la concesión para que el particular recupere su inversión, y asunto arreglado.    

La tragedia de este jueves “santo” no es ni la primera ni la última: transitar la autopista Siglo XXl es jugar a la ruleta rusa. Por eso, es urgente hoy invertir lo que sea necesario, bien sea directamente por el Gobierno, sobre todo el federal por razones obvias, o que éste concesione a un particular, para rehabilitar la vía y volverla segura. Si no, casi que mejor cerrarla. Es oportunidad de oro para Silvano Aureoles para mostrar su capacidad gestora. Veremos. jaimelopezmartinez@hotmail.com twitter@jaimelopezmtz 

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