Hurgando en el andamiaje que sostiene la historia de Michoacán, quien esto escribe, encontró que, hace poco más de 18 años, justamente el 11 de diciembre de 2001, a las 10 de la mañana, el entonces presidente de México, Fox Quesada, asistía a la inauguración del Hospital de la Mujer, al oriente de la ciudad.
Ocho años después, en agosto de 2009, una compañía constructora presentó el proyecto general para remodelar un edificio ubicado en el lado poniente de la plaza principal de esta ciudad, y que había servido como sala de cine. Los morelianos lo conocíamos como el Cine Colonial. El edificio, ya terminado llevaría el nombre de Teatro Mariano Matamoros, el religioso insurgente que, como todo moreliano sabe, fue fusilado, en 1814, a unos pasos de donde se levanta el edificio de marras
Las dos obras, importantes ambas, me dan tinta para hacer una consideración: entre ellas hay siete diferencias y sólo una coincidencia.
Las diferencias son:
1.- El hospital de la Mujer se diseñó para atender la salud de las michoacanas; el Teatro Matamoros, para la distracción de los morelianos.
2.- Para la construcción del nosocomio fue necesario cubrir con el requisito legal de concurrir a una licitación pública y nacional; para la del teatro, nadie supo si hubo o no tal requisito.
3.- El hospital fue concluido en año y medio; el teatro lleva 10 años y no está terminado.
4.- En la construcción del hospital participó una empresa establecida llamada Grupo SAI-Gerson Huerta, del estado de México; en la del teatro, se reunió un grupo de personas bajo las órdenes de un “Asesor especial” (sic.)
5.- En la obra hospitalaria participaron dos gobiernos, uno estatal y otro federal; en la del teatro, se han involucrado, hasta el momento, siete gobiernos: tres nacionales y cuatro estatales (de éstos, unos más o menos reales, y otros, de plano, ridículos).
6.- Para el hospital se invirtieron 94 millones de pesos; para el teatro, hasta el momento, se llevan gastados 400 millones, y
7.- El hospital está trabajando y cumpliendo con sus funciones; el teatro ha vivido sus 10 años de azarosa existencia, bajo el signo de la duda, el cochupo, la corrupción y la deshonestidad.
Finalmente, la única semejanza entre las dos obras es, ya lo sabrá usted, que los recursos han salido de nuestro bolsillo. O ¿alguien creerá que cualquiera de los nueve funcionarios involucrados, entre presidentes y gobernadores, exprimió su repleta billetera para aportar el dinero?
