Benito Pablo Juárez García ocupa un elevado sitial en la historia de México, también en el presente porque es el dilecto héroe del presidente Andrés Manuel López Obrador, quien lo cita frecuentemente.
En la historia oficial trazada en el bronce y que no deja el tufo a maniqueísmo ahí destaca Juárez García, aquellos mitos con cierta dosis metafísica que revelan verdades con estatus de dogmas que no admiten apelaciones.
Benito Juárez vivió un país polarizado, su visión de estadista es clara como su propensión al maquiavelismo si nos referimos a éste como los medios para llegar y retener el poder.
En aquellos años decimonónicos se libraba una guerra sin cuartel: liberales versus conservadores.
El presidente nacido en San Pablo Guelatao Oaxaca, ha sido héroe y figura señera inspiradora del antiguo régimen y del actual; no es propiedad de partido alguno, para criticar su obra habría que analizar a detalle el ámbito temporal que le correspondió vivir.
Dos cosas adquieren relevancia en su tiempo y el actual: la austeridad republicana así como la creación del estado laico como producto neto de la Reforma iniciada en 1857.
El estado laico fue menoscabado desde el sexenio de Carlos Salinas de Gortari con las reformas constitucionales, como la del artículo 130. Qué decir del comportamiento del ruidoso ex presidente Vicente Fox que, ignorante de la historia y del derecho, hizo una genuflexión pública ante el Papa. Diversos alcaldes cada vez ignoran la tesis y funcionamiento de la laicidad, seguramente ignoran la obra juarista aunque cada 21 de marzo promueven los retratos del acto cívico.
El estado laico no es antirreligioso, es decir, no es lo que pretendió forjar Plutarco Elías Calles que nunca ocultó su desdén a los asuntos eclesiales, es el que garantiza la libertad de culto sin la intervención de ninguna iglesia en asuntos del poder temporal. El estado laico, en opinión de diversos estudiosos del derecho es la mejor opción para una convivencia armónica.
Benito Juárez hizo una gran aportación al marcar la separación iglesia-estado porque la libertad no puede estar sometida a las verdades reveladas fruto de los dogmas religiosos. Por cierto, el mandatario Juárez además de ser católico practicante fue masón iniciado en una logia del Rito Nacional Mexicano.
Es pertinente revisar la obra juarista que estuvo salpicada de claroscuros, contó con el respaldo de las inteligencias más sobresalientes de su época, un equipo de personajes que figuraron en distintos campos del saber: Melchor Ocampo, Porfirio Díaz, Ignacio Zaragoza, Ignacio Ramírez, Guillermo Prieto y Manuel Payno, por citar nombres que dejaron destacadas biografías.
Durante un buen tramo de su gobierno prolongado enfrentó la Guerra de Reforma, la intervención francesa y el Segundo Imperio en el que destacara el emperador Maximiliano, un hombre con ideas renovadoras aunque sin oficio político, dueño de una evidente frivolidad como lo consignan diversos textos, entre ellos el libro Juárez, la rebelión interminable de la autoría de Pedro Salmerón.
El estado laico parece disminuido, en ocasiones sorprende el nivel de ignorancia de los servidores públicos que hacen abierta apología de sus creencias religiosas cuando ese es un asunto íntimo; los gobiernos deben servir al pueblo sin distingos de ninguna índole.
Benito Juárez simboliza al estado laico, las libertades, aunque también el apego al poder.