El Covid-19 con todas sus consecuencias continúa su marcha por el mundo, las imágenes en algunos países son aterradoras porque la muerte con sus infortunios expresa el epílogo de muchas vidas que se detuvieron ante los estragos que produce el virus letal que ha dejado un incontable número de daños colaterales en materia de salud y economía.
La Organización Mundial de la Salud ha expresado que el grado de mortalidad del Covid-19 es más atroz diez veces que el del AH1N1, miles de muertos se suman y los contagiados por igual, México vive su cuarentena, ejercicio replicado en casi todo el mundo.
No obstante, muchos mexicanos no lo creen y están de fiesta, van a las playas, no cancelan connvivios aunque se trate de un asunto de vida o muerte; se exponen y ante tamaña negligencia el pronóstico parece inminente.
El confinamiento también provoca algunas crisis de ansiedad, aunque lo delicado del asunto aconseja aguantar, vendrán tiempos mejores si la responsabilidad se impone y se asumen las instrucciones y protocolos delineados para esta pandemia.
En este lapso que parece apocalíptico hay algunas estampas que son preocupantes, las agresiones a médicos y enfermeras no se habían registrado como en el presente, la ignorancia engendra prejuicios que desembocan en actos violentos contra personal de salud.
Tales manifestaciones irracionales desnudan el contenido en muchas y muchos, la ingratitud de seres primitivos que no valoran el esfuerzo de tantas personas que dan la pelea cotidianamente en un momento de crisis.
En Europa al personal de salud se les reconoce a diario, las palmas son para ese contingente de batas blancas tan próximo a la filantropía.
Es justo reconocer la heroicidad de la gente involucrada en el ámbito de la salud, sin ellos seguramente nos habría llegado la noche al medio día.
En México habría que destacar algunos puntos, en Michoacán el gobernador Silvano Aureoles aumentó los salarios del personal de salud en un 60 por ciento como una medida concreta para reconocer el esfuerzo y dedicación de la gente involucrada en esta lucha cotidiana contra el Covid-19.
El gobierno federal y los hospitales privados han alcanzado un consenso para la atención de pacientes, también hemos podido apreciar que mucha gente se ha unido para hacer el bien en estos pesados días. No todo está perdido.
También en diversos nosocomios se han registrado protestas ante la falta de equipamiento para el personal médico, ello ha desnudado la grave carencia de instrumentos de apoyo para evitar contagios.
En esta hora, mucha gente se ha quedado sin empleo y este es un fenómeno mundial que también deriva de los efectos por el Covid-19, el recuento de las cifras aún no termina y la crisis económica seguro tendrá más consecuencias.
Así, mucha gente inventa algún entretenimiento o algunas actividades que permitan sentir mejor el paso de los días en el encierro, algunos comparten música, canciones, poemas, fomento a la lectura y, como lo dijera Mario Benedetti, defender la alegría.
En otra esquina están los que esparcen veneno, quienes inventan noticias falsas, los que comparten lo que tienen: infelicidad y amargura.