¿Irreversible e Irremediable?
“Cada pueblo tiene el gobierno que se perece”… Anónimo.
Cuando ha transcurrido el primer tercio de la contienda electoral rumbo a Los Pinos, no hay mayores modificaciones en lo que retratan las encuestas. Andrés Manuel López Obrador mantiene una ventaja de cuando menos 15 puntos porcentuales, mientras que Ricardo Anaya Cortés y José Antonio Meade Kuribreña, insisten en disputarse la segunda posición.
Así que a pesar de que aún faltan 60 días para la jornada electoral, parece irreversible e irremediable que el tabasqueño, finalmente haga efectivo aquello de que la tercera es la vencida.
El común denominador de las encuestas refiere también que inclusive aquellos que no votarán por López Obrador, creen que ganará. Y conste, dichas muestras se han levantado luego del primer debate, donde quedó evidenciada la incapacidad de “El Peje” para argumentar en torno a su propuesta de amnistía y de los personajes de pésima reputación que le acompañan y que en otros momentos él mismo fustigó; además de su evidente enfado, actitudes soberbias o ya de menos carentes de la mínima educación, a grado tal que ni siquiera saludó o se despidió de sus contrincantes.
Ante semejante circunstancia, parece que ya nada afectará la imagen de Andrés Manuel, sus seguidores encuentran una justificación a cada error que comete, así sea un error gigantesco, tan simple como responsabilizar de ello a la “Mafia del Poder”.
De mantenerse semejante lógica, sumada al hartazgo poblacional por el descrédito que se han ganado a pulso los partidos políticos y sus integrantes, la única opción que les queda a quienes no quieren que llegue el Rayo de la Esperanza a la Presidencia de México, es una alianza de facto para que Anaya o Meade encabecen los esfuerzos de esa “Mafia del Poder” y puedan estar en condiciones de competir.
Es decir, deben reeditar la estrategia implementada en los comicios del 2006, cuando el apoyo se decidió a favor de Felipe Calderón Hinojosa, con lo que apenas lograron obtener el triunfo. De tal manera que si las coaliciones que encabezan Anaya y Meade insisten en la lucha por el segundo lugar, está claro que Andrés Manuel ganará sin mayores problemas.
Y es que incluso, de darse la alianza de facto, tampoco garantiza el triunfo, simplemente los pondría en competencia, considerando que el hartazgo poblacional es el mejor aliado de López Obrador. Además, las elecciones se siguen ganando en torno a emociones, a lograr empatía con los votantes; no por las propuestas ni las capacidades o trayectorias del candidato. Baste preguntar a los vecinos del norte.
Así que si los opositores al Peje quieren dar la batalla, tendrán que tomar decisiones cuanto antes, cada día que pasa parece fortalecer al puntero. Y esta vez López Obrador podrá cometer muchos más errores, incluso no descarto que vuelva a mandar al diablo a las instituciones y aún así, difícilmente sus seguidores le darán la espalda. Después de todo, el resto de los partidos políticos han quedado a deber, y al igual que Andrés Manuel, traen una enorme cola colaboradores de dudosa trayectoria.
El ciudadano de a pie, posiblemente vea en Anaya a un personaje que se apoderó de la candidatura tras adueñarse del PAN, pero también del PRD, de maneras poco ortodoxas. Por otro lado, un Meade que carga la enorme losa de ser parte fundamental de gobiernos federales que le han quedado a deber a los mexicanos en efectividad, transparencia y rendición de cuentas.
En fin, faltan 60 días y parece irreversible e irremediable que López Obrador, ahora sí llegue a Los Pinos, pese a los temores fundados de millones de mexicanos, que lo vemos con tintes dictatoriales y populistas.
Con la esperanza de que haya una próxima vez… me despido, gracias.