Lo que conocemos es una gota; lo que no conocemos es un océano:
Isaac Newton (1643-1727) Científico inglés
Más allá de los “buenos deseos” acartonados y las expectativas oficiales de rigor de que el país tendrá un gran 2025, lo cierto es que no hay una sola argumentación medianamente razonable para estimar que así vaya a ser.
Por el contrario, cualquier análisis objetivo de las variables a considerar para evaluar expectativas para el inicio de año, inevitablemente concluye en que el panorama es todo menos halagüeño.
En efecto, una repasada rápida y somera nos dibuja un escenario mucho más oscuro que el 24, y ya es mucho decir: en economía los expertos estiman un magro crecimiento del 1.5 por ciento, si bien nos va, y todo lo que ello conlleva en empleo e inversión, básicamente. En salud la cosa pinta lo que le sigue de negro: se agudizará la falta de medicamentos y de vacunas, así como el deterioro de la ya de por sí endeble infraestructura hospitalaria.
En educación todo está orientado a cimentar la enseñanza de corte comunista, que prioriza la enajenación ideológica y soslaya la ciencia, los idiomas y los avances tecnológicos.
De seguridad ni hablar: los nexos de la 4T con el crimen organizado le terminarán de abrir la puerta a éste para adueñarse del país, y la militarización de la seguridad pública garantiza la bota verde en el cuello de los mexicanos.
Y en lo político, 25 será el año de estreno de la nueva dictadura, la morenista. Sin Poder Judicial independiente, sin órganos autónomos que hagan contrapeso a la corrupción gubernamental, sin organismos electorales confiables y sin espacio para las voces disidentes, la mesa está servida para una era dictatorial a plenitud. Y por si fuera poco, la prensa cada vez más arrinconada y menguada.
Con todo ello, solo desde la visión oficialista el panorama puede tenerse por esperanzador. El 25 arranca nebuloso, con presagio de tormentas. Perdón por no ser políticamente correcto, pero esa es la realidad.
X@jaimelopezmtz
