Cuando hayas de sentenciar procura olvidar a los litigantes y acordarte sólo de la causa
Epicteto de Frigia (55-135) Filósofo grecolatino
La reacción de José Luis López Salgado, el perredista que durante seis años y medio ha cobrado como auditor Superior de Michoacán, es genuina, es sincera, es espontánea, y evidencia lo que en realidad pasa: los diputados le hacen los mandados.
Alejandra Martínez lo abordó este martes respecto de la reiterada intención de no pocos diputados de removerlo de su cargo y/o de desaparecer la Auditoría Superior. Su reacción es sintomática: una risa abierta.
Y tiene motivos para reir: en efecto, la Constitución establece que su cargo será por siete años y aún le restan 18 meses, pero también consagra que por causas serias puede ser objeto de remoción. El asunto es que si bien su paso por la ASM ha ido siempre de la mano de la inmoralidad, jamás, en tres legislaturas, ha habido diputado capaz de fincarle responsabilidad alguna.
Actuación inmoral, desde su nombramiento: su pasado y presente perredista le volvían inviable para ser nombrado auditor. Bueno, ello hubiera imperado en cualquier estado que se respete a sí mismo, que sepa de valores y de moral, no en Michoacán.
E inmoral, porque claramente su trabajo ha sido partidizado: el desfalco a las arcas estatales y el endeudamiento salvaje generado por los gobiernos perredistas de Lázaro Cárdenas Batel y de Leonel Godoy, jamás fueron motivo para una indagatoria por la ASM, oficina para la que “todo está bien” en materia de rendición de cuentas.
Un estado donde impera la corrupción, el desvío de recursos, la “licuadora”, para el auditor nunca ha habido motivo para sancionar a nadie, no al menos a funcionarios de mediano y alto nivel, muchos de ellos responsables de esos delitos. Jamás nadie le ha temido a la ASM, porque todo mundo sabe que ahí todo se arregla políticamente.
Sí le tienen miedo, en cambio, no pocos diputados de las tres legislaturas que le ha tocado encarar, por el bagaje informativo que López Salgado ha logrado recabar a su paso por esa oficina. La información de múltiples corrupciones no ha generado sanciones, pero sí la capacidad de chantajear o al menos intimidar, abierta o veladamente, a quien tenga la osadía de intentar removerlo o cerrar su oficina.
Por eso nadie actúa contra él, por eso todos los diputados le temen, pese a que en teoría son sus jefes. Por eso, él siempre los ha mandado por un tubo cuando le dan una “orden”, por eso se burla de ellos, por eso se ríe de ellos. Porque, en efecto, los diputados le hacen los mandados.