La consecuencia de no pertenecer a ningún partido, será que los molestaré a todos
Lord Byron (1788-1824) Poeta británico
La práctica de robarse parte del salario de los burócratas, so pretexto de que éstos deben “colaborar” para la causa partidista, de la que ha sido evidenciada la candidata de Morena a la gubernatura del Estado de México, Delfina Gómez, a su paso como alcaldesa de Texcoco, no es en absoluto nueva. En Michoacán los colaboradores de los gobiernos de Lázaro Cárdenas Batel y, sobre todo de Leonel Godoy, saben mucho del tema.
En efecto, particularmente en el godoyato, los funcionarios fueron objeto de un verdadero robo en despoblado, porque “voluntariamente” colaboraban con el diez por ciento de su salario supuestamente para el sostenimiento del PRD, fueran o no perredistas.
Cierto, a los servidores públicos, de jefes de departamento hacia arriba, se les enviaba una “propuesta” en la que éstos autorizaban a la Tesorería a descontarles en automático el diez por ciento de su salario con el fin descrito. Ello, para que pareciera voluntario el descuento. En realidad, era obligado, habida cuenta que los funcionarios que no aceptaban, antes de un par de quincenas eran cesados.
La acción era deleznable, pero el uso del dinero resultó peor aún. Como quiera que fuera, si realmente el dinero descontado hubiera ido a parar al PRD, cabría cierta explicación, que no justificación: ese partido ganó las elecciones de gobernador y los funcionarios trabajaban en una administración perredista. Al menos, algo cercano a una explicación se podría perfilar. Pero nada, que con el tiempo se supo que esos varios cientos de millones de pesos jamás llegaron al PRD. Fabiola Alanís, a la sazón lideresa de ese partido en la entidad, negó en su momento de manera enfática que el dinero descontado a los empleados del gobierno de Godoy, hubiera llegado a sus arcas.
¿Y entonces?, pues nada, que es fácil poder imaginar a qué bolsillos llegaron. Imposible encontrar un ejemplo más contundente de lo que significa un “atraco en despoblado”.
Se supone que el robo terminó en el gobierno de Salvador Jara, dado que éste no tiene militancia partidista. Según versiones del gobierno de Silvano Aureoles, la práctica ya no se reanudó con él.
Y es que particularmente en los partidos de supuesta izquierda, es rutinario el esquema de robarse parte del salario de sus funcionarios, porque se parte de la base de que éstos deben estar agradecidos con el mandatario en turno, y con su partido, claro, por recibir la oportunidad de tener un trabajo bien remunerado, así que lo menos que pueden hacer es colaborar con la causa. El problema es que lo que también es una práctica es que el dinero jamás vaya a donde supuestamente es su destino, sino a bolsillos particulares. Y no cómo alegar algo, si casi siempre los gobernantes se cuidan de obligar a sus funcionarios a firmar cheques en blanco para justificar que voluntariamente regalan parte de su salario.
Seguro también en gobiernos priístas y panistas se presenta el mismo fenómeno, pero en los de la supuesta izquierda, parece cosa sistemática. Por eso, que la candidata morenista en el Estado de México haya sido evidenciada de que así operó cuando fue alcaldesa de Texcoco, no debe sorprender a nadie. Es modus operandi en ese partido y en el PRD. jaimelopezmartinez@hotmail.com twitter@jaimelopezmtz>