La gente de América tiene derecho a la democracia, y sus gobiernos la obligación de promoverla y defenderla.
Barack Obama (1961-?) Presidente de Estados Unidos
Que un gobernador utilice el helicóptero oficial para supervisar obras o para acudir a alguna gira en el interior del estado, es lo más común, es lo normal. Lo irracional es disponer de una unidad de ese tipo y trasladarse por tierra a uno o más sitios alejados, perdiendo en ello todo un día.
Por eso, en absoluto es cuestionable que este fin de semana Alfredo Ramírez Bedolla haya subido a sus redes imágenes en las que, según explica, se le ve sobrevolando los trabajos de construcción del nuevo libramiento de Morelia y más tarde los de recuperación del Lago de Pátzcuaro. Eso haría cualquier gobernador “normal”.
Las críticas no se hicieron esperar, acusándole de incongruente porque al inicio de su gobierno tuvo una desafortunada declaración: él no haría uso de los helicópteros, como sí lo hizo invariablemente su antecesor Silviano Aureoles y en realidad todos los anteriores, porque es un exceso y un abuso. Él, Bedolla, dijo ser diferente, austero. Ahora tiene que tragarse sus palabras y hacer lo que cualquier gobernador con dos dedos de frente haría: dejar de lado tonterías demagógicas y populistas, y tomar decisiones con el sentido común.
Fue él quien con esa absurda declaración -una de tantas- se echó la soga al cuello. Supuso que emulando la “austeridad” de su ídolo, López Obrador, quedaría bien con éste. Eso de la austeridad debe entrecomillarse en ambos personajes.
Como sea, pues, es de esperarse que así como en el caso del uso del helicóptero, Bedolla reconsidere en otras medidas igual de absurdas que ha venido tomando en su primer trienio, aunque nadie tiene la certeza de que cuente con el tiempo suficiente para recomponer yerros, por aquello de su posible “renuncia” en cuanto Claudia Sheimbaum tome posesión. Veremos.
Y a la pesadilla, a la actual, ya solo le quedan 57 días.
X@jaimelopezmtz