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sábado, noviembre 23, 2024

BEDOLLA, EN LA ETAPA CRUCIAL DE SU GOBIERNO

La política es la conducción de los asuntos públicos para el provecho de los particulares

Ambrose Bierce (1842-1914) Periodista norteamericano

Alfredo Ramírez Bedolla ha dejado atrás la parte inicial de su gobierno. Entró a la intermedia. Por lo pronto, ya no puede hablar de lo que “haremos”, sino de lo que “estamos haciendo”, porque referirse al futuro solo aplica para quien va iniciando una gestión. Ya no es su caso.

Ha tenido los claroscuros de todo gobierno. La estabilización del sector educativo sin duda es un logro para nada menor, aunque ahora el reto es redondearlo mejorando los estándares cualitativos. El manejo de las finanzas, a cargo de Luis Navarro, es una nota sobresaliente, al grado que se ha podido pagar buena parte de los compromisos heredados y contraídos recientemente, incluyendo a los llamados terceros institucionales. Esa solidez financiera ha permitido echar a andar un ambicioso programa de obra pública tanto en Morelia como en el interior del estado, independientemente de que algunas acciones sean con inversión privada, como la ampliación de la Autopista Siglo 21.

A su favor, Bedolla tiene también no haber caído en la tentación de emular a Andrés Manuel López Obrador en muchas de sus patéticas debilidades, porque ni ha intentado destruir instituciones, ni culpado de todo mal a los antecesores, como tampoco ha comprado pleitos gratuitos con sectores como el empresarial y el periodístico, a contracorriente del belicoso presidente de la república.

Si ha tenido deslices, en cambio, en confrontaciones políticas y verbales con el clero y con el Poder Judicial, choques por demás innecesarios que aparentemente ha zanjado a tiempo.

Sin duda, la inseguridad, la criminalidad y el empoderamiento de los cárteles es la gran piedra en el zapato del bedollato. Los pueblos fantasmas, el desplazamiento obligado de comunidades enteras y el sojuzgamiento de alcaldes y policías municipales a los cárteles regionales, retratan una realidad que urge ser atendida como auténtica prioridad gubernamental.

Es notorio que así como áreas como Finanzas y Educación han entregado buenas cuentas, la de Seguridad Pública es deficitaria. Su titular parece gozar de una autonomía que para nada es sana, máxime lo rotundo de su accionar.

La relación política, a cargo del secretario de Gobierno, Carlos Torres Piña, ha navegado en un mar de vaivenes turbulentos. Torres nunca pudo consolidar una agenda  que permitiera un camino medianamente pavimentado con las fuerzas políticas de oposición ni con el Poder Legislativo. De hecho, sobre todo con este último, ha sido el propio Bedolla el que ha tendido los puentes que le han llevado a una relación sino tersa, sí razonablemente fluida. Es de esperarse que la muy probable llegada de Elías Ibarra Torre a Segob, pula asperezas dejadas por Torres Piña.

Al abrir el segundo tercio de su gobierno, Ramírez Bedolla no puede darse el lujo de mantener en su gabinete a piezas que nomás no dan el ancho. Algunas llegaron por compromisos políticos, tuvieron su oportunidad y es momento del relevo por perfiles más eficaces. El reto para el gobernador es saber identificar esos lados flacos de su administración, así como consolidar los del otro lado de la balanza. Clave para él será saber también delimitar su campo de acción en un año electoral. Si encuentra cómo engranar esos factores, puede perfilar su gobierno en aguas menos turbias. Veremos.

Y a la pesadilla ya solo le quedan 363 días.

X@jaimelopezmtz

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