La esencia de la dictadura moderna es la combinación del pensamiento unidimensional y plano, con el poder y el terror.
Theodor Haecker (1879-1945) Filósofo alemán
Con solo dos contendientes reales, abrió en el primer minuto de este lunes la contienda electoral por la Alcaldía moreliana, la joya de la corona de cara al 27.
Alfonso Martínez, que busca la reelección, y Carlos Torres Piña, el candidato del oficialismo, sostendrán una lucha de poder a poder. Los demás contendientes son meramente testimoniales, incluyendo al priísta René Valencia, que además debe cargar con la etiqueta de esquirol en favor de la campaña de la 4T. De los demás, poco que decir.
Martínez Alcázar tiene a favor un paso ya en dos ocasiones por el Ayuntamiento con resultados razonablemente positivos. Tomó nota además de los yerros que cometió en la campaña de hace seis años y, por lo que se sabe, los ha corregido. Esa combinación le permite arrancar a la cabeza en las preferencias electorales, pero enfrente tendrá a un rival, Torres Piña, que si bien no es oriundo de la capital ni tiene experiencia en el manejo de gobiernos, va respaldado por una marca política sumamente competitiva. Eso lo pone en contienda.
En realidad, no se trata de una elección “importante” más, que sí lo es desde luego. Se trata de que quien salga avante y encabece la Alcaldía capitalina a partir de septiembre próximo, muy probablemente será gobernador en 2027. De ese tamaño la magnitud y la trascendencia de las elecciones en Morelia. Al perdedor el dos de junio difícilmente le alcanzará el tiempo para reposicionarse en el 27. Estará noqueado y el otro irá en caballo de hacienda.
De ahí que Martínez haya decidido separarse de su cargo durante las elecciones, aunque no estuviera obligado legalmente a hacerlo, a fin de dedicarse de tiempo completo a su campaña. Y de ahí también que en gobierno estatal y en la 4T hayan decidido echar toda la carne al asador en apoyo a Torres Piña. Pese a que ambos son jóvenes aún, la derrota el dos de junio les significará enterrar su sueño de ser gobernador, aunque no necesariamente sus carreras políticas, pero ya en ligas menores.
En todo caso, es de esperarse una contienda no limpia, porque eso no es posible, pero sí en la que no llegue la sangre al río, figurada y literalmente. Mesura, prudencia y responsabilidad es lo mínimo que la ciudadanía demanda de los contendientes. Y es que el horno, para ser francos, no está para bollos.
Y a la pesadilla ya solo le quedan 181 días.
X@jaimelopezmtz