La piedad es más inteligente que el odio y la misericordia es mejor que incluso que la justicia.
Philip Gibbs (1877-1962) Periodista inglés
Finalmente, obró la cordura, el sentido común y la sensatez en el penoso caso Favela: el reportero de La Voz de Michoacán fue exonerado por el Tribunal Electoral de Michoacán, de las acusaciones que absurdamente le endilgó el Instituto Electoral de Michoacán, de violencia política en razón de género en contra de la diputada panista Liz Alejandra Hernández Morales.
No puede soslayarse que originalmente, la acusación de la legisladora fue enderezada en contra del dirigente estatal del PRD, Octavio Ocampo Córdoba, quien en una rueda de prensa afirmó que José Manuel Hinojosa, líder panista, “entregó” a Morena a su bancada legislativa, en la cual figura su esposa, la referida Hernández Morales, en el contexto de la votación en el Congreso para designar al auditor Superior de Michoacán.
La diputada se sintió agraviada y estimó que el dicho de Ocampo configuraba violencia política en razón de género, razón por la que interpuso la queja respectiva ante el IEM. En lo particular, estimo que nunca se perfiló dicho delito, pero es claro que ella siempre se acogió a su legítimo derecho de inconformidad.
Lo increíble del caso, es que siendo la queja contra el líder perredista, un funcionario con tintes fascistoides del IEM, César Edemir Alcántar González, coordinador de lo Contencioso Electoral, reorientó la denuncia hacia el reportero que cubrió dicha rueda de prensa y que no hizo sino transcribir la declaración de Ocampo. Absurdo. Inverosímil. Solo en una dictadura se castiga al mensajero por llevar noticias.
Afortunadamente, el Tribunal Electoral decidió la noche de este jueves dar por cerrado el caso, al eximir a Favela de responsabilidad por tal acusación, aunque habrá que aclarar que la decisión fue dividida: tres votos a dos. El desempate provino del voto de calidad de la presidenta Yurisha Andrade. Sienta así el TEEM el sano precedente de garantizar la libertad de expresión y de prensa, que ya estaba poniéndose en riesgo por la irracional medida del IEM.
Más allá del desgaste que le significó a Favela defenderse de la dictatorial disposición del instituto, a final de cuentas el desenlace ha servido para remarcar la vigencia del principio constitucional a la libre expresión y al ejercicio periodístico sin cortapisas. Dicen que lo que no mata, fortalece. Es el caso.
Y a la pesadilla ya solo le quedan 280 días.
X@jaimelopezmtz