Ser periodista es tener el privilegio de cambiar algo todo los días
Gabriel García Márquez (1927-2014) Escritor y periodista colombiano
Es el mundo al revés: un periodista que evidencia un acto de corrupción desde el poder público, está en riesgo de verse obligado a pagar una millonaria suma, y los evidenciados en esa corrupción no son tocados ni con el pétalo de una rosa. Es el caso de Carlos Loret de Mola.
La demanda que ha interpuesto Pío López Obrador en contra del periodista, por haberlo evidenciado recibiendo dinero de un funcionario del gobierno de Chiapas, es una muestra del surrealismo mexicano.
Pío debiera estar en la cárcel, pero es el “cartero” el que enfrenta el riesgo de tener que pagar 400 millones de pesos por informar sobre un hecho verídico.
Para que se presente un escenario así de aberrante, se precisan dos factores: uno, un sistema legal retorcido e injusto y dos, una dictadura. Y los dos están presentes: por una parte, las leyes mexicanas sí contemplan que un periodista pueda ser sancionado por divulgar una verdad, ni siquiera por difamar o mentir, si es que esa difusión le causó algún daño moral al involucrado. Y por otra parte, México vive en una cuasi dictadura que permite ese tipo de afrentas y obscenidades jurídicas y políticas.
El otro López Obrador, Andrés Manuel, no ha encontrado la forma de quitar del camino a Loret, pese a que sin duda su gobierno le ha buscado algo, lo que sea, hasta por debajo de las piedras. Pero acaso por una vía indirecta pueda el presidente cobrar venganza del periodista. Nada le haría más feliz.
Es probable que los López Obrador estén perfilados para cometer una verdadera canallada contra el personaje más incómodo para la 4T.
Empero, es de esperarse que la justicia resuelva no plegada al poder público. Hay confianza en que así sea, aunque el hecho pinta de cuerpo completo al presidente y a su gobierno.
Y a la pesadilla ya solo le faltan 531 días.
twitter@jaimelopezmtz
