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viernes, noviembre 22, 2024

CEMEÍ, EL ÚLTIMO GUERRERO

Predicamos la democracia, mientras apoyamos las dictaduras.

James W. Loewen (1942-2021) Sociólogo estadounidense

La figura de Cemeí Verdía se erige, ya casi como en solitario, como el estandarte que va quedando de las autodefensas michoacanas, esa figura tan despreciada lo mismo por criminales que por el gobierno y la sociedad, pero que ha jugado un papel preponderante en tratar de contener el empoderamiento de los cárteles de buena parte de la entidad.

Estuvo en Morelia este miércoles y vino con la espada desenvainada: al gobernador Ramírez Bedolla le dijo que le quedó grande el cargo –no le falta razón- y que en su administración hay varios con nexos con cárteles –no lo dudo-, y de paso desmintió al secretario de Seguridad al afirmar que la tierra caliente está llena de grupos de civiles armados que hacen las veces de guardias policiales.

Pero independientemente de esos señalamientos, es evidente que Verdía representa quizá el último eslabón, al menos de trascendencia e impacto social y mediático, de las autodefensas de la tierra caliente, sobre todo después del asesinato de Hipólito Mora y la muerte de José Manuel Mireles.

Autodefensas surgidas ante la inacción del Estado y, en no pocas ocasiones, ante su colusión con los cárteles regionales, como respuesta ciudadana para confrontar a éstos. Cierto, en el camino muchos grupos se prostituyeron, permitieron el ingreso de delincuentes disfrazados y terminaron emulando justamente a los cárteles, sometiendo a las poblaciones a la extorsión, al tráfico de enervantes, a secuestros y en general a los delitos que en teoría combatían.

Empero, algunos personajes claramente lograron mantenerse si no químicamente puros, porque esos no existen, sí con la suficiente legitimidad y fuerza moral que les daba seguir del lado de las poblaciones atosigadas por los criminales. Los señalados Mora y Mireles, entre ellos, además del propio Verdía. Al menos, no tengo elementos para afirmar lo contrario.

Y la posición de gobierno no varía: volver la mirada hacia otro lado, suponer que al no reconocerlas no existen más las autodefensas, pero como confirmó Verdía este miércoles, Michoacán sigue en llamas, la criminalidad controla buena parte de la entidad y el gobierno no existe.

Es el mismo Michoacán de hace quince años, cuando surgieron los primeros grupos de autodefensa. Y no tendría por qué variar, si tenemos un gobierno, en lo federal y en lo estatal, absolutamente omiso, cuando no coludido con los cárteles, lo mismo en la tierra caliente, en el oriente, en la costa, en el bajío.

Solo queda reconocer a los civiles que en esas regiones tratan de suplir las obligaciones del Estado, a veces con relativo éxito, pero siempre exponiendo sus vidas. A Verdía le acaban de asesinar a una hija, por si hubiera dudas del escenario que enfrentan. Lo mínimo que debieran recibir del gobierno y de la sociedad, es reconocimiento, pero no el desdén y la indiferencia históricas. Hacen lo que debiera hacer el gobierno. Punto.

Y a la pesadilla ya solo le quedan 75 días.

X@jaimelopezmtz

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