El conformismo es el carcelero de la libertad, el enemigo del crecimiento.
John F. Kennedy (1917-1963) Presidente de Estados Unidos
Se había tardado. El tufo dictatorial y anti democrático de Alfredo Ramírez Bedolla comenzó a dejarse ver sin rubor ni tapujo alguno.
Este jueves, el pleno del Congreso del Estado dio entrada a una iniciativa del gobernador, en la que propone la desaparición del Tribunal de Justicia Administrativa, y la creación en su lugar del Tribunal Anticorrupción, ese concepto populista propio de la 4T y surgido de la enfermiza mente de López Obrador, retomado por la no menos inestable emocional, Claudia Sheinbaum.
Obvio, las bancadas cuatroteístas la aprobarán sin siquiera evaluarla, a ciegas.
Bedolla matará dos pájaros de un tiro: confirma su rol zalamero y queda bien con el ex y la actual presidenta y, dos, tanto o más importante, se encarga de desaparecer un organismo creado como parte de los nuevos canales de control del poder público y de rendición de cuentas, mismos que tienen los días contados en la dictadura de la 4T.
Y así como el Tribunal de Justicia Administrativo, Bedolla tiene en la mira al Sistema Estatal Anticorrupción y al Instituto de Acceso a la Información Pública. A todo gobernante con tintes fascistoides, como él, desprenderse de la “molesta” lupa que la ponen los órganos autónomos, es una prioridad, para poder gobernar en la total opacidad, acrecentando notablemente los riesgos de corrupción. A Bedolla, como a todo gobernante autócrata, le fascina la idea de que no haya ente, público o privado, que le supervise, que le exija cuentas, que la obligue a la transparencia, que le contenga en la corrupción. Y encontró la coartada perfecta: el estado está obligado a demoler ese tipo de organismos autónomos, porque la 4T hará lo propio en el contexto nacional. A un gobierno tan proclive a la corrupción, como el bedollista, le viene como anillo al dedo la reforma que eliminará los organismos autónomos. Bedolla se limita a emular a Sheinbaum: las funciones anticorrupción las hará el mismo gobierno. Éste será juez y parte.
Un Tribunal Anticorrupción en un gobierno tan corrupto como el de Bedolla, suena a broma cruel. Pero es lo que hay. Acostumbrémonos, porque enseguida llegarán al Congreso más iniciativas para ir desbaratando los organismos autónomos con funciones de equilibrio y de control al poder público. Cuestan mucho dinero y el gobierno puede asumir sus funciones, será la justificación de Bedolla.
En verdad, es tiempo de canallas. X@jaimelopezmtz