Es peor cometer una injusticia que padecerla; quien la comete se convierte en injusto, y quien la padece no
Sócrates (470 aC-399 aC) Filósofo griego
Al filo de la legalidad, el Congreso del Estado votó la noche de este jueves a favor del cese del Auditor Superior de Michoacán, Miguel Ángel Aguirre Avellaneda. Al borde del lindero legal, porque tres horas antes un juez federal había otorgado una suspensión al propio Aguirre, en la que ordenaba a los diputados no votar dicha medida.
Éstos, los legisladores, decidieron sobre la marcha ajustar mínimamente la redacción de su iniciativa para, de acuerdo a su propia interpretación, no desacatar la orden judicial. 25 votos a favor y 11 en contra, marcaron la suerte en ese momento de Aguirre.
Empero, es claro que los diputados jugaron con fuego: bien pudieron acatar la instrucción del juez Séptimo de Distrito, apelarla y seguir los conductos y pasos legales.
Pero los malos ejemplos cunden: si el presidente López Obrador y su gobierno han marcado la ruta del desacato y el ninguneo a las leyes y al Poder Judicial, los legisladores michoacanos se sumaron a la ola de la no obediencia a las resoluciones judiciales.
Dos peligrosos precedentes se sientan con el cese de Aguirre: uno, que el grado de autonomía de un servidor público no detiene al Congreso si éste está decidido a desbarrancarlo, y el fiscal General de Justicia, el Ombudsman, los comisionados de Transparencia, y cualquier otro servidor con carácter autónomo, deberán poner sus barbas a remojar; y dos, que la práctica nefasta obradorista de no respetar la ley, ya sentó reales también en Michoacán, y no solo entre los cuatroteístas, sino entre legisladores de todos los partidos.
Por lo demás, es fácil advertir que se vienen tiempos de inestabilidad jurídica y política en el Poder Legislativo, habida cuenta que Aguirre recurrirá a la siguiente instancia para hacer valer la suspensión que le había decretado en su favor el juez, y los diputados argumentarán en defensa de la votación que hicieron este jueves, y aquello podrá convertirse en una cena de negros. Enmedio de ella quedarán los trabajos de fiscalización que la Auditoría debe formular por ley, ya que al no haber cabeza institucional en ella, la inestabilidad e incertidumbre serán lo que campearán. Aunque en una de esas, justo es lo que quizá se buscaba. Veremos.
Y a la pesadilla ya solo le quedan 496 días. Twitter @jaimelopezmartinez
