Un político hará cualquier cosa por conservar su puesto; incluso será un patriota
William Randolph Hearst (1863-1951) Periodista norteamericano
Lo advierten los expertos, pero cualquier con un mínimo de sentido común igual lo puede anticipar: los mexicanos estamos llegando al límite de la inmunidad biológica desarrollada por las vacunas anticovid, y en el horizonte solo nubarrones se ven.
Lo que para los países del primer mundo, o los que sin estar en esa categoría no tienen la desgracia de ser gobernados por un demagogo y populista y, por si fuera poco, ignorante, las nuevas variantes del virus no significan mayor riesgo porque la población tiene acceso a vacunas de última generación, en México, por el contrario, puede tornarse en una verdadera pesadilla.
Tan fácil como esto: la mayor parte de los adultos recibimos la última dosis de vacuna “buena”, Pfizer o Moderna, por ejemplo, a fines del año pasado. Aunque están en fase de verificación, ya probaron su eficacia y se estima que tiene una vigencia de un año. Es decir, antes de que concluya el 23, lo ideal será recibir una nueva dosis.
Y ahí viene el problema: en México ya no hay ni Pfizer ni Moderna, porque Andrés Manuel López Obrador no quiere que haya. Así, sin más explicación. Sí hay, en cambio, Abdala, vacuna cubana sin autorización de la Organización Mundial de la Salud, porque está formulada solo para atacar la cepa oficial del virus, la que circulaba hace tres años pero que hoy está prácticamente desactivada. Hoy, las cepas evolucionadas, Eris sobre todo, solo pueden ser combatidas con vacunas bivalentes o de última generación, que únicamente Pfizer y Moderna están desarrollando.
Y no es que Abdala sea contraproducente, para nada, pero equivale a inyectarnos agua, no tendrá ningún efecto, ni positivo ni negativo.
Así, a partir de noviembre o diciembre de este año, el riesgo de rebrotes de casos covid a gran escala, se materializará en países como México. Solo que en otros lados la falta de vacuna “buena” es por indisponibilidad financiera de sus gobiernos, aquí es por la miseria del nuestro, en especial del presidente.
Queda, claro, la posibilidad de acudir a vacunarse a Estados Unidos, ¿pero cuántos mexicanos tienen esa opción? Muy muy pocos. El resto, a santiguarse y a esperar el milagro de no contagiarse, porque la dosis del año pasado cada vez está más cerca de caducar.
Ni hablar, es el precio que hay que pagar por elegir a la ignorancia, el fanatismo y la miseria humana para gobernar al país.
Y a la pesadilla ya solo le quedan 385 días.
X@jaimelopezmtz