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sábado, noviembre 23, 2024

EL TRENECITO DEL PRESIDENTE

El terrorismo funciona mejor como táctica para las dictaduras, que para los revolucionarios

Christopher Hitchens (1949-2011) Escritor estadounidense

De acuerdo con el diccionario, el prefijo des denota negación o inversión del significado de la palabra simple a que va antepuesto. Por ejemplo, desconfiar, deshacer. Con el diccionario en la mano, pues, el Tren Maya descarriló este lunes en Yucatán. Si un vagón salió de su carril, entonces descarriló. Fácil, ¿no? Pero para la 4T, negada a aceptar siempre la realidad cuando ésta le es adversa, no se trató de un descarrilamiento, sino de que el cuarto vagón del tren D006 “experimentó una interrupción de flujo”, sobre la estación de Tixkokob. El tren circulaba a ¡diez kilómetros por hora! y el cuarto vagón salió del carril.

Eso sí, en un comunicado la empresa Tren Maya aseguró que “este incidente no afectó la operación programada del resto de los trenes. Asimismo, se integró una comisión dictaminadora, que está realizando una investigación para determinar sus causas y prevenir cualquier situación similar que pudiera comprometer el servicio del Tren Maya”.

A ver, no le demos muchas vueltas: 4T es sinónimo de ineficacia, mala calidad y corrupción. Punto. Y si el Tren Maya es obra insigne de la 4T y de su jerarca, Andrés Manuel López Obrador, no hay porqué suponer que fue construido y que opera con eficacia y calidad. Y de su corrupción ni hablar: está documentado cómo los hijos del presidente y sus prestanombres se han enriquecido con la obra y uno de estos últimos incluso ha dejado entrever que en algún momento el tren pudiera descarrilar. Si lo dijo en broma, fue premonitoria.

No hay obra, programa o acción que parezca salirle bien a la 4T, resultado de la improvisación y, repito, corrupción que le son características. Afortunadamente, el incidente de este lunes en Yucatán, la “interrupción de flujo”, no derivó en una tragedia, acaso porque el tren circulaba a diez kilómetros por hora, pero si ya estaba resultando un mal negocio por la escasa afluencia de pasajeros y la duración tan larga de recorridos, ahora habrá que añadir el temor que significará subirse al trenecito del presidente. Ni pensar qué pasaría si la interrupción de flujo se presenta cuando el tren vaya a ochenta kilómetros por hora.

Y a la pesadilla ya solo le quedan 201 días.

X@jaimelopezmtz

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