Una cualidad de la justicia es hacerla pronto y sin dilaciones; hacerla esperar es injusticia
Jean de la Bruyére (1645-1696) Filósofo y escritor francés
Andrés Manuel López Obrador ha anunciado que enviará en breve una iniciativa para revisar la reforma laboral “que perjudicó a los trabajadores imposibilitados de contar con una pensión digna”. Se refiere a la reforma laboral aprobada en el sexenio de Ernesto Zedillo. Según el tabasqueño, se trata de que los beneficios de las pensiones se amplíen a todos los trabajadores.
De inmediato, la polémica se desató en redes sociales durante todo el domingo. Por una parte, las huestes de acólitos al presidente prodigándole elogios por su deseo de mejorar las condiciones de la clase trabajadora, y cómo no, si se trata del presidente más humanista de la historia de México, dicen. En contrapartida, las voces críticas, como Claudio X. González o Lilly Téllez, dieron rienda suelta a las advertencias de que lo que en realidad busca López Obrador es “expropiar” las Afores de los trabajadores, dado que en el último año de su gobierno ya no le queda más dinero para “robarse”, luego de que desfondó cuanto fideicomiso encontró. “AMLO confiscará las pensiones de los mexicanos para pagar la MEGADEUDA en la que hundió a nuestro país”, dijo la senadora panista en su cuenta de X, antes twitter.
López Obrador fue tan escueto en su anuncio, que dio pie a la polémica y a los recelos. Cierto, nunca se refirió a las Afores o a las pensiones actuales, como instrumentos para “decomisar”, y en función de ello pudiera parecer un exceso de Lilly Téllez lanzar semejante advertencia en redes. Pero…
El pero es que estamos hablando de Andrés Manuel López Obrador, no de un presidente “normal”. Hablamos de un dictador en ciernes, no de un demócrata. Hablamos de un concentrador de poder y de dinero, no de un federalista. Hablamos de un político que no tuvo recato en abandonar a su suerte a millones de mexicanos durante la pandemia, ni de destrozar el sistema de salud, no de un verdadero humanista. Hablamos, en síntesis, de un presidente que, si se lo propone, efectivamente puede impulsar, con la mano en la cintura, una iniciativa para quedarse con el dinero de pensiones y afores, si no en su sexenio, sí en el siguiente, que está seguro que encabezará su alumna favorita.
Es decir, lo que en cualquier otro momento y con cualquier otro presidente, sería tomado como una idea descabellada y absurda, hoy no lo es tanto. Más aún, habrá que tomarla con seriedad porque, insisto, hablamos de López Obrador, y a veces no parecemos caer en la cuenta, luego de más de cinco años de la pesadilla, que con él no hay límites y que lo inverosímil es perfectamente viable.
Habrá que esperar a que en las mañaneras de esta semana aclare el alcance y el tipo de contra reforma laboral que busca impulsar, pero por lo pronto no estaría de más ir poniendo las barbas a remojar, antes de que, en efecto, sea demasiado tarde. No olvidemos: es López Obrador.
Y a la pesadilla ya solo le quedan 277 días. X @jaimelopezmtz
