Ningún jugador es tan bueno como todos juntos
Alfredo Di Stéfano (1926-2014). Futbolista argentino
El área deportiva parece ser el lado débil del ayuntamiento que encabeza Alfonso Martínez. Así como claramente ha avanzado en temas de seguridad, obra pública y política social, el rubro de fomento al deporte no sólo no está caminando como seguramente Martínez quisiera, sino que incluso parece ir para atrás.
Y en ello, un nombre es crucial: Félix Madrigal. Sí, aquel portero del Atlético Morelia de finales de los años setenta y principios de los ochenta, el que le anotó de portería a portería a Carlos Aguado, del León, en el Venustiano Carranza, es quien ha tomado de facto las riendas del deporte moreliano. El problema es que las ha tomado, pero para mal, para ir en reversa y para afectar la imagen del propio alcalde.
Madrigal es regidor y preside la comisión deportiva, y desde esa posición, ha hecho y deshecho –mucho más esto último- en las áreas administrativas y en la política deportiva del deporte municipal. El desastre que es hoy el rubro, se le debe a su injerencia negativa.
El primer director del Instituto Municipal de Cultura Física y Deporte en la era Alfonso Martínez, fue Gustavo Juárez Bedolla. En su designación no tuvo participación Madrigal, pero sí en su remoción, porque el ex portero vio la posibilidad de tomar esa dependencia como propia, supuestamente por ser un “especialista” en el deporte.
En lugar de Juárez, el alcalde nombró al frente de esa oficina a Francisco Chávez Ibarra, ante la inconformidad de Félix Madrigal, quien sin embargo comenzó a operar para hacerle la vida imposible al nuevo director. Incluso, le impuso a los dos subdirectores, Osvaldo Castro en Operación, y Salvador Alegre Álvarez en Infraestructura.
Apenas cincuenta días pudo trabajar Chávez al frente del instituto, porque Madrigal se salió con la suya y convenció al alcalde Martínez de removerlo, en realidad sin causas justificadas. Ahora, Madrigal busca que sea su incondicional Alegre Álvarez quien se quede en definitiva al frente del organismo.
Lo anterior, acaso no fuera tan grave –como sea, Félix Madrigal es una figura histórica del futbol profesional moreliano y, por ende, gozaría de cierto prestigio en el campo deportivo- de no ser porque los resultados hablan por sí mismos: el deporte moreliano pasa por uno de sus peores momentos. La infraestructura a cargo del ayuntamiento, sobre todo las albercas en los centros deportivos públicos, se encuentran sin mantenimiento, lo mismo que el resto de los espacios de otros deportes y en general, las unidades tienen cero mantenimiento. Lucen deprimentes.
El alcalde Martínez debe tomar cartas en el asunto. La injerencia de Madrigal está resultando nociva para el deporte moreliano; parece sólo buscar adueñarse de él para efectos de colocar a su gente en los cargos importantes. Pero los resultados, insisto, no lo avalan. Es el lado más débil del gobierno de Martínez, pero éste está a tiempo de poner al deporte en manos de un verdadero profesional, con menos intereses personales, para revitalizar el rubro lo antes posible. El deporte, los niños y los jóvenes, lo merecen. Veremos.
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