Lealtad al país, siempre; lealtad al gobierno, cuando se lo merezca
Mark Twain, (1835-1919). Escritor norteamericano
Hipólito Mora parece ser demasiado severo con su ex amigo, ex colega y ex correligionario, José Manuel Mireles: “él (Mireles) es el principal responsable de que muchos delincuentes se infiltraran en los grupos de autodefensas”.
No es nada extraño que antiguos aliados rompan lanzas al paso del tiempo; en mucho, puede decirse, es casi natural si nos atenemos a la trillada salida de que es “la condición humana”.
Mireles y Mora son los dos iconos más importantes del modelo de autodefensas en la tierra caliente michoacana, y en una primera etapa, sólidos aliados.
Pero la detención hace poco más de tres años de Mireles, llevó a Mora a adoptar una posición mediática extrañamente severa en su contra. En declaraciones a la prensa, Mora prácticamente sentenciaba a Mireles a la hoguera, justificando su detención al dejar entrever que era merecida, por haber violado la medida impuesta unilateralmente por el entonces comisionado Alfredo Castillo, en el sentido de que ningún civil debería ya andar armado, luego del 10 de mayo de 2014.
El asunto, ya se sabe, es que no había ninguna justificación para ordenar que los autodefensas arriaran banderas, cuando la inseguridad y la criminalidad seguían (como siguen) adueñadas de buena parte del territorio michoacano, no se diga de la tierra caliente.
Que la presencia del crimen organizado había mermado, solo por la cabeza de Castillo pasaba; por su cabeza y en sus discursos.
Por tanto, era previsible que los autodefensas se mantendrían armados, al margen de que ello le costara la libertad a Mireles, a quien Castillo pretendió tomar como estandarte para advertir que eso mismo le pasaría a todo aquel que tuviera la osadía de “ponérsele al brinco”.
El mensaje fue recogido con toda claridad por Hipólito Mora, que se cuidó de no tocar a Castillo ni con el pétalo de una rosa, y prefirió enderezar sus baterías contra Mireles; la jugada le salió bien a Mora: fue excarcelado y exonerado.
Digamos que en ese momento hubo cierta explicación a su posición, que no justificación, dado que su propia libertad pendía del hilo relacionado con no acusar en nada a Castillo, exonerarlo mediáticamente y culpar a Mireles de su detención. Claramente a Mora le faltó valor para no confrontar a Castillo; pero su comentario dominical vía Facebook, machacando que su antiguo aliado había sido responsable de que criminales se infiltraran en las autodefensas, no tiene ningún sentido, es rudeza innecesaria, máxime porque él y todos sabemos que el principal responsable de que ello, en efecto, sucediera, fue Castillo, no Mireles.
En su comentario de este domingo en redes, puede percibirse, sin mucho problema, el largo, larguísimo brazo del aún todo poderoso Alfredo Castillo, así desde hace dos años y medio haya dejado su cargo de comisionado federal, y esté ahora destrozando el deporte nacional. De otra manera no se entendería la rudeza innecesaria de Mora. ¿O sí?