El camino al éxito y el camino al fracaso, son prácticamente el mismo:
Colin R. Davis (1927-2013) Artista británico
Para ser sinceros, no encuentro algún argumento sólido que justifique la oposición a la reforma al régimen de jubilaciones y pensiones de la Universidad Michoacana. En todo caso, sí parece advertirse un trasfondo político.
Veámoslo con peras y manzanas, sin quitarle ni ponerle y sin juicios de valor: todos los empleados y profesores nicolaitas que ingresaron antes de 2020, no aportaron en su vida laboral un centavo para su fondo de pensiones, todo fue siempre con cargo cien por ciento al presupuesto, es decir, a nuestros impuestos. Injusto, pero así fue hasta ese año. En el 2020 se da una muy tenue reforma: los trabajadores comenzaron a aportar apenas el cinco por ciento de su salario para dicho fondo. Siguió siendo injusto, pero digamos que algo es algo.
La reforma que se discute ahora, sí es de raíz: se termina de tajo el sistema de jubilaciones con cargo al presupuesto universitario; todo trabajador que ingrese desde el momento en que se apruebe la reforma, deberá ceñirse al sistema de Afores como cualquier otro empleado en el país. Y lo que ahorre, será su jubilación.
Como se ve, la reforma no afectará a ningún empleado o profesor en activo, todos tienen garantizado el pago de sus jubilaciones. El cambio aplica sólo para los de nuevo ingreso, en su momento. La medida es justa porque se termina un régimen de excepción, de lujo: sin aportar un peso, el trabajador goza de su pensión hasta que muera. En ninguna parte se da eso. Y es injusta, porque los que pagamos impuestos cargamos con esa loza para disfrute de los nicolaitas.
Pero además, es claro que al ritmo actual, la Universidad pronto entrará en un precipicio financiero. No hay presupuesto que alcance para mantener ese sistema de pensiones elitista. Lo justo es que nuestros impuestos no se desvíen para mantener a los jubilados universitarios. Y al resto de trabajadores, ¿quién los mantiene?
Luego entonces, al rechazo de los tres sindicatos y de algunos ex rectores no tiene fundamento, porque no afecta nada ni a nadie de los empleados actuales o de los ya jubilados. Habrá que volver entonces la mirada al 2027: la rectora Yarabí Ávila es prospecto para la gubernatura. Es altamente probable que se trate de fuego amigo, a través de los sindicatos y voces como la del ex rector Jaime Hernández Díaz.
Sin apasionamiento alguno, debe advertirse que la reforma es justa, es necesaria y que debe ser aprobada por el bien de la Universidad, para que encuentre solvencia financiera, pero igual por el bien de nuestros bolsillos, por lo menos de los que pagamos impuestos y debemos mantener a una casta dorada nicolaita. Perdón, pero las cosas, como son. X@jaimelopezmtz