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martes, octubre 22, 2024

LA VERDAD HISTÓRICA, NO HAY MÁS

El político recto nada se arriesga en el camino y tiene poco que temer en el término

Benito J. Feijoo (1676-1764) Clérigo español

Pues a la luz de las conclusiones a las que ha llegado el gobierno de López Obrador, respecto de la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa, hace justo nueve años, tienen razón los padres de familia: en el fondo son las mismas de las del gobierno peñista, englobadas por el entonces procurador Jesús Murillo Karam como “la verdad histórica”.

Por más que lo aborrezca el presidente, hoy le ha tocado bajar la cortina de esa tragedia, bajo la misma tesitura del peñismo. Las hipótesis de ayer para entender qué pasó la noche del 26 al 27 de septiembre de 2014 en Iguala, son las de ahora, en la 4T:

Una, la posible confusión del cártel de Guerreros Unidos, con relación a que entre los normalistas hubiese infiltrados del grupo delincuencial rival, Los Rojos.

Dos, las drogas o el dinero, o las dos cosas, “propiedad” de Guerreros Unidos, que por alguna razón, las más viable es que fuese por equivocación, iban en uno de los autobuses de los que se apoderaron los estudiantes.

Y tres, una especie de represalia o escarmiento del entonces alcalde de Iguala, José Luis Abarca, en contra de los normalistas, por sus continuas protestas en ese municipio.

Ni en la verdad histórica de Murillo Karam, ni en la verdad histórica de la 4T, aparecen más hipótesis. El fondo es el mismo. Por lo demás, factores como la connivencia de las policías locales y federal con Guerreros Unidos, pero también el involucramiento de los militares, así sea por omisión, están confirmados en las dos “verdades”.

Lo que es un hecho, es que López Obrador ve cómo otra promesa de campaña,  una más, se diluye sin cumplir. De aquel “fue el estado” que como opositor él enarboló como mantra en aras de agenciarse la rentabilidad política y electoral que la tragedia podía darle, y que de hecho le dio, hoy ya como presidente ha tenido que tragar sapos y víboras y hasta confrontarse con los padres de los normalistas, defendiendo a capa y espada al Ejército, su gran aliado.

Ni encontrará a los 43 estudiantes, como prometió, ni concluirá una investigación que dé claridad y, sobre todo, garantice justicia, como igualmente ofreció. Sin duda, la demagogia y el populismo terminan cayendo por su propio peso.

Y a la pesadilla ya solo le quedan 370 días. X@jaimelopezmtz

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