Las democracias, a diferencia de las dictaduras, son indulgentes y generosas, pero no sobreviven a menos que luchen.
Jalal Talabani (1933-2017) Presidente de Irak
Lázaro Cárdenas Batel nació en pañales de seda; hoy la seda no lo abandona. Es, sin duda, prueba fehaciente de que hay apellidos de primera y apellidos de segunda, sobre todo en política.
Este jueves, Claudia Sheimbaum anunció que el exgobernador michoacano será el jefe de la oficina presidencial, un cargo que si bien nominalmente no forma parte del gabinete legal, en los hechos suele ser de mayor peso que cualquier otro. De facto, un jefe de oficina fuerte, es el perfil más trascendente e influyente en un gobierno.
Seamos francos: Cárdenas fue un intrascendente gobernador, que pasó sin pena ni gloria por el llamado Solio de Ocampo. Pocas o ninguna prenda a su favor generó su gobierno, y sí en cambio consecuencias que hoy seguimos pagando los michoacanos: el empoderamiento del crimen organizado en todo el estado y el endeudamiento brutal del gobierno, tuvieron su génesis en su administración.
Gris como Senador, gris como gobernador, gris como jefe de asesores del presidente López Obrador, no sé cómo no sea un gris jefe de oficina presidencial con Sheimbaum. Casi imposible burlar a natura.
La “presidenta científica” no tuvo empacho en alardear sobre el currículum de Batel. En realidad, es producto de su apellido, no de su capacidad ni de una brillantez especial. En un país con las taras ideológicas y culturales como las de la mayor parte de nuestra población, es normal que el apellido Cárdenas siga abriendo puertas. Y si además, el nombre de pila es Lázaro, pues entonces estamos ante un fenómeno que no encuentra límites ni barreras. Es una combinación de nombre y apellido que es punto menos que mágica, casi idolatrada, y que permite a un personaje absolutamente anodino acceder a una Senaduría, a una gubernatura y pronto a presidir la segunda oficina en importancia de Palacio Nacional.
Suerte te dé Dios, que el saber poco importa, reza sabio refrán. Con Batel, cae como anillo al dedo.
Y a la pesadilla, a la actual, ya solo le quedan 81 días.
X@jaimelopezmtz