Con la democracia se come, se educa, se cura.
Raúl Alfonsín (1927-2009) Presidente argentino
Conforme avanzan las horas, va cobrando forma el fantasma de un escenario de violencia en Venezuela propiciado por el dictador Nicolás Maduro, que se aferra por las malas al poder.
Si bien la autoridad electoral, nombrada y manipulada por el propio gobierno de Maduro, ha hecho oficial el triunfo de éste en las elecciones del domingo, paralelamente las pruebas del fraude crecen y en simultáneo las manifestaciones de ira de un pueblo que ha decidido plantar cara a una dictadura de un cuarto de siglo.
Hoy no parece haber dudas de que el opositor Edmundo González ganó y con holgura la elección, y que el organismo electoral fraguó un fraude de dimensiones colosales, que incluyó una caída del sistema de cuatro horas, así como la negativa a exhibir las actas de cómputo.
Pero si Maduro supuso que los venezolanos volverían a doblar la cerviz, como lo hicieron durante veinticinco años, la realidad le ha estallado en el rostro: una intensa y peligrosa movilización ciudadana le está demostrando lo contrario, además de que la presión internacional igualmente arrecia, lo mismo de Estados Unidos que de mandatarios incluso de izquierda, como el chileno Bori y el brasileño Lula da Silva, que se han sumado a la exigencia de conocer las actas de votaciones en Venezuela.
Vaya, el gobierno de Panamá decidido ir más allá y romper relaciones diplomáticas con Venezuela, hasta que no se clarifique la elección.
Parecen contados los días de la dictadura chavista en Venezuela, porque por fin el pueblo ha decidido confrontarlo, bajo la convicción de que un régimen de ese corte nunca, o casi nunca cae en una elección, porque ésta invariablemente es manipulada por el poder público. E, insisto, en México apenas vamos entrando al túnel de la tragedia.
Y a la pesadilla, a la actual, ya solo le quedan 63 días.
X @jaimelopezmtz