Toda dictadura se ha estrangulado en la red de represión que tejió para su pueblo, cometiendo errores que no pudieron corregirse porque las críticas estaban prohibidas.
John F. Kennedy (1917-1963) Presidente estadounidense
Jorge Álvarez Máynez tiene todo el derecho a seguir buscado ser presidente de la república. El candidato de Movimiento Ciudadano jura y perjura que no va a declinar en favor de Xóchitl Gálvez. Está en su derecho, legalmente hablando.
Empero, la única forma de que él y su partido se despojen de la etiqueta de esquiroles de la 4T, es dando un paso de costado en la elección presidencial y sumándose a la candidata opositora. Eso, sí MC pretende que lo sigamos viendo como oposición.
El problema es que Máynez debiera tener claro que no es esta una elección más, ni siquiera una elección “normal”. Es la elección que define si México se lanza al precipicio donde esperan con los brazos abiertos los venezolanos, los cubanos y los nicaragüenses, o bien si aun nos damos un nueva oportunidad para consolidarnos como democracia. Es la elección en la que no hay más de dos sopas: la dictadura o la democracia.
Y si Máynez es un demócrata, o al menos un mexicano de bien, no puede seguir jugándole al esquirol en favor de Sheimbaum, porque hacerlo es colaborar a dar la última palada de tierra al ataúd que lleva a México adentro.
Perdón, pero como advierte la regla bíblica: no caben aquí grises ni tibios. El dos de junio no hay sino blanco o negro, frío o calor. Jugar perversamente a la democracia solo para tratar de minar las posibilidades de la oposición, es tan ruin como inmoral.
Todo apunta a un cierre de campañas en rojo intenso. Los cinco o seis puntos que alcancen a pepenar MC y su candidato, perfectamente podrían ser el factor decisivo, el que marque diferencia, el que incline la balanza del despeñadero o seguir en democracia.
Veremos de qué están hechos el candidato y su partido.
Y a la pesadilla ya solo le quedan 163 días. X@jaimelopezmtz