Nada suple a la persistencia; el talento no lo hará. Nada es más común que los hombres sin éxito y con talento:
Calvin Coolidge (1872-1933) Presidente de Estados Unidos
Estoy preocupado, me dijo este sábado un buen amigo y compañero de las andanzas pamboleras otoñales.
La razón: estaba cierto que la reforma a la Ley Orgánica nicolaita le afectaría seriamente en su pensión, que ésta le llegaría con una drástica disminución. Eso le habían advertido sus líderes sindicales, y por eso se apersonó el viernes por la noche en el exterior de la Cámara de Diputados, para presionar por que no se aprobara tal reforma.
Cuando le expliqué la realidad, mostró cierto alivio, aunque aun reflejaba relativa duda. Te creo porque le sabes al tema, me dijo. No le sé, pero estoy obligado a leer los temas relevantes, como este, le respondí. Creo que la mejor prueba de que creyó en mi aclaración, es que jugó con tal seguridad y confianza que nos regaló un par de goles de magnífica manufactura minutos después.
Seamos serios: con la reforma no se afecta a ningún trabajador de la Universidad en activo ni a los que ya gozan de su pensión. A los primeros no se les descontará nada de su salario y a los segundos no se les disminuirá en nada su pensión. Eso sí, los de nuevo ingreso ya no gozarán del privilegio, totalmente injusto, de que su pensión vaya cien por ciento con cargo al presupuesto o, lo que es lo mismo, a costa de nuestros impuestos.
En la siguiente entrega abordamos el otro gran cambio de la reforma, el del método de elegir rector. No es ese un tema que preocupe a mi amigo futbolista. “Eso me vale madres, me interesa mi pensión. Me voy más tranquilo”. Por cierto, por si el lector estaba con la duda, goleamos tres a cero este sábado.
X@jaimelopezmtz
