El extremismo en defensa de la libertad no es un vicio; la moderación en búsqueda de la justicia no es virtud
Barry Goldwater (1909-1998) Político norteamericano
No es buena señal la que envían los actores políticos y del poder público michoacano, que no pueden superar diferencias personales y partidistas que ha derivado en que, por ejemplo, las mesas de Gobernabilidad y Seguridad no han podido funcionar normalmente, pese al ambiente de tensión y de alto riesgo que todos vemos de cara al proceso electoral.
No hay aspirante a cualquier candidatura, dirigente partidista, funcionario electoral o de gobierno, que en conversaciones privadas no advierta el altísimo riesgo de que el crimen organizado sea el que marque la directriz de este proceso electoral. Todos perciben, algunos ya lo viven, que la violencia marcará las elecciones michoacanas, como las del país en general. Claro, ya en declaraciones públicas o a los medios, todos matizan para ser políticamente correctos.
Ante ese panorama sombrío, es obligado que el Estado ponga en marcha protocolos y políticas públicas que medianamente garanticen elecciones lo más cercanas a la normalidad. Pero para eso debe haber sintonía y el reconocimiento de que el adversario es común: la criminalidad que tratará de adueñarse del proceso.
Y esos protocolos solo pueden diseñarse y echarse a andar con la participación de todos los actores, y las mesas de seguridad, gobernabilidad o como le quieran llamar, son los espacios idóneos. Pero si ni siquiera hay la voluntad de sentarse todos a una misma mesa, flaco favor le hacen a los cárteles y su decisión de apropiarse de las elecciones.
No puede ser más peligrosa la señal que envían partidos y gobiernos, al negarse a ceder lo que les toque para instalar ese tipo de mesas. Seguro lo harán cuando la realidad de violencia les obligue, aunque es altamente probable que sea demasiado tarde.
A menos, claro, que haya a quien le interese que el crimen organizado cumpla su propósito de ser el verdadero dueño del proceso. Hoy, ya todo es posible.
Y a la pesadilla ya solo le quedan 254 días.
X@jaimelopez