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sábado, noviembre 23, 2024

¿PORQUÉ EL TEMOR A LA TRANSPARENCIA?

La honestidad y la transparencia te hacen vulnerable; sé honesto y transparente de todos modos.
Madre Teresa (1910-1997) Monja hindú

Me consta que, al menos en su concepción y en su primera etapa, el Sistema Estatal Anticorrupción fue un organismo inspirado en la buena fe y en la convicción ciudadana de que la transparencia y la rendición de cuentas debían quedar como obligación gubernamental plasmada en la ley y, en el mismo orden de importancia, en manos de la sociedad civil para que diera resultados y tuviera credibilidad. Y me consta porque formé parte de su creación: el Congreso del Estado me seleccionó, junto con otros ocho ciudadanos, para integrar la Comisión que designaría a los integrantes de dicho organismo. Eso, en 2017.

El gobierno estatal, en ese momento encabezado por Silvano Aureoles, y la Cámara de Diputados, quizá obligados por la inercia nacional y mundial de exigir transparencia al poder público, no regatearon ese compromiso y, con algunos estira y afloja, lo materializaron de manera imparcial, sin dados cargados. Insisto, doy fe de ello.

Con el tiempo, ciertamente el SEA nunca logró consolidarse, más por falta de compromiso de la segunda generación de miembros de la señalada Comisión y también de algunos de los representantes del poder público, que por una legislación ineficaz.

Claramente, fue decayendo con el paso de los años, pero era solo cosa de que llegara un gobernador que la revitalizara. Cuando Alfredo Ramírez Bedolla se encontró caída del cielo la gubernatura, algunos supusimos que esa reanimada al SEA se daría con él, sobre todo porque cuando fue diputado impulsó decididamente su creación. También me consta eso.

Pero vaya chasco, otro más con Bedolla: lejos de impulsar la lucha contra la corrupción, la rendición de cuentas y la transparencia de su gobierno y de todo el poder público estatal, ha decidido borrarla de un plumazo.

En efecto, ya ha anunciado que impulsará, pero la desaparición del SEA, y en su lugar busca crear el Tribunal Anticorrupción, cuya iniciativa ya envió al Congreso.

Con un organismo a modo, Bedolla sustituirá al SEA. Un organismo gubernamental en lugar de uno ciudadano. Es decir, el gobierno se vigilará a sí mismo que no haya corrupción. La contradicción en todo su esplendor. En realidad, ahora sale a flote al talante autoritario y fascistoide del gobernador. Cuando fue diputado, aparentaba impulsar que desde la sociedad civil se crearan políticas públicas para combatir la corrupción. Ya en el poder auténtico, enseña el cobre y va justo por lo opuesto: la opacidad, la misma que genera corrupción e impunidad.

¿Por qué le tiene miedo Bedolla a la transparencia? Hoy, lo más probable es que nos quedemos con la duda, aunque lo sospechemos; luego del 27, todo se aclarará. Si no, al tiempo.

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