La política saca a flote lo peor del ser humano
Mario Vargas Llosa (1936-?) Escritor peruano
Carlos Torres Piña advierte que, por el momento, es imposible para su partido, el PRD, hacer algo para castigar las traiciones de sus militantes, particularmente ahora que está en auge la desbandada de ellos a Morena. Eso sí, augura el dirigente estatal perredista, a partir del 8 de septiembre, en que comience el periodo oficial de campaña rumbo a las elecciones de 2018, la cosa cambiará y habrá sanciones.
Ello, porque los estatutos del PRD no marcan nada para sancionar conductas inmorales de sus militantes, como dar la espalda al partido y apoyar abierta y burdamente a otro, cuando no es época de periodo electoral. Pero cuando ya se entra en esa etapa, sí puede haber sanciones ante ese tipo de “chaqueterismo” partidista.
Convengamos que hoy hay ese impedimento porque la laguna está en el reglamento interno del perredismo. El asunto es que después del 8 de septiembre, cuando ya va a poder actuarse contra los traidores, acaso ya haya pocos a los cuales se sancione: casi todos habrán marchado a Morena.
Es decir, ¿habrá tiempo para la dirigencia nacional y local del perredismo de castigar traiciones, si esperan al 8 de septiembre? Cierto, ya esperaron todo un año, siendo francos ¿qué más da que esperen otros quince días? Ese es el punto, que a falta de reglamento pero, sobre todo, a falta de pantalones para intervenir y correr a los traidores, el PRD pagará caro porque luego del 8 de septiembre será ya poco lo que pueda hacer.
Los últimos meses han sido catastróficos para el PRD en cuanto a deserciones, algunas formales y otras de facto. A Leonel Godoy Fidel Calderón, que se niegan a renunciar al perredismo pero hacer labor franca en pro de Morena y su dueño, Andrés Manuel López Obrador, se han sumado infinidad de cuadros, de todos los tamaños y sabores, desde Cristina Portillo y Graciela Andrade, hasta Ignacio Campos y Francisco Bolaños, pasando por Guadalupe Pichardo, Bárbara Ramírez y Roberto Andrade.
Algunos han tenido la decencia de renunciar primero al PRD, otros se mantienen en la inmoralidad y falta absoluta de ética de seguir cobrando –fuerza y dinero- en su partido de siempre, pero jugándole contras y traicionándolo con Morena, no porque consideren que ese partido y López Obrador sean la solución a los problemas de México, sino por el afán de mantenerse pegados a la ubre presupuestal, bajo el supuesto de que ahí hay más posibilidades de lograrlo.
Habrá que ver, pues, si luego del 8 de septiembre aún hay alguien que cierre la puerta y apague la luz en el PRD.